sábado, 15 de octubre de 2016

Papa Francisco: 3 claves del trabajo digno en un mundo globalizado

Papa Francisco: 3 claves del trabajo digno en un mundo globalizado


El Pontífice ha pedido igualdad salarial hombre-mujer y dignidad de trabajo para los jóvenes pero el G7 sigue sin novedades
© OSSERVATORE ROMANO / AFP

El Papa ha dicho sin medias palabras que es suficiente tener un hijo o perder el trabajo para que la pobreza toque a la puerta de las personas.  "El dios dinero está gobernando, la cultura del descarte avanza" y también "descarta ancianos y jóvenes".
Sin embargo, parece que sordera, ceguera y mutismo acompañan las políticas económicas globales. El G7, que ha concluido sus trabajos este lunes 8 de junio en Alemania, ha sido más de lo mismo: promesas de tratados de libre comercio, tímidos pinitos por el calentamiento global y 'cero' pronunciamientos contra la precarización de la vida y del trabajo a nivel planetario.

En un discurso reciente, el Pontífice (23 de mayo 2015) tronó contra una economía que obliga a muchas mujeres a "un trabajo indigno" y mal pagado. En la audiencia general del 29 de abril afirmó que "como cristianos, tenemos que ser más exigentes…" e invitó a promover más decididamente la igualdad salarial hombre-mujer. "¡La disparidad es un puro escándalo!", confirmó.

También ha advertido de la extensión de la precariedad laboral, el trabajo irregular (en negro, sin contrato) y "el chantaje mafioso" que se hace a los jóvenes. "La falta de trabajo quita dignidad, impide la plenitud de la vida humana y exige una respuesta inmediata y vigorosa".

El Papa de la Alegría del Evangelio también ha dado claves para enfrentar con esperanza la precarización del trabajo y el  empobrecimiento. Por ello, ha invitado a las asociaciones de los trabajadores cristianos a perseguir "un sueño que vuele alto" para que el trabajo "libre, creativo, participativo y solidario" termine con el menosprecio de la dignidad de las personas.

A continuación, presentamos tres claves del trabajo digno según el Papa Francisco ante el mundo globalizado.

1. Trabajo libre. El Papa ha pedido a los trabajadores cristianos que busquen la verdadera libertad del trabajo para que el mundo encuentre su fin. En este sentido, Francisco ha condenado las opresiones que subsisten en diferentes niveles: "de un hombre hacia otro" y "de nuevas organizaciones esclavistas que oprimen a los más pobres", en particular "muchos niños y muchas mujeres se someten a una economía que obliga a un trabajo indigno".  Así, ha pedido hacer que el trabajo no sea instrumento de alienación, sino de esperanza y de vida nueva.

2.Trabajo creativo. "Cada hombre lleva en sí una capacidad única y original de sacar de sí mismo y de las personas que trabajan con él el bien que Dios le ha puesto en el corazón", ha exhortado. De esta manera, el Papa ha pedido ayudar a extender las alas de los jóvenes, que vuelen para que ofrezcan en sus comunidades el don de su inteligencia y capacidad.

3.Trabajo participativo/solidario. "Para poder incidir en la realidad, el hombre está llamado a expresar el trabajo según la lógica que más le es propia, esa relacional, es decir, ver siempre en el fin del trabajo el rostro del otro y la colaboración responsable con otras personas", ha sostenido el Papa. Asimismo, ha recordado a las asociaciones de trabajadores cristianos que es importante ser solidarios con las  personas que han perdido y están buscando trabajo y "dar instrumentos y oportunidades adecuadas".

El Papa Francisco remarcó en su discurso a la Asociación Cristiana de Trabajadores Italianos, ACLI, al final del mes de mayo, que no se puede permitir el aumento de las desigualdades. "Debemos proponer alternativas equitativas y solidarias". En el mundo global no cambian los problemas sino su "dimensión y su urgencia", especialmente inéditas: "la amplitud y la velocidad de reproducir las desigualdades".

El grupo de los siete países más industrializados (G7) acordó en Alemania la aceleración del comercio internacional, es decir del Tratado de libre comercio entre la UE y EEUU. "Aceleraremos inmediatamente todo el trabajo sobre los temas del TTIP – Asociación Transatlántica para el Comercio", la idea es "llegar a un acuerdo al final del año",  dijo la anfitriona, la presidente alemana, Angela Merkel.

Ante la evidencia, ¿cuándo se firmará un Tratado de Libre Solidaridad entre los países más industrializados?, más aún, ¿cuándo llegaremos a una Asociación Transatlántica para el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, como ha indicado el Papa Francisco?. Ya Benedicto XVI en enero de 2009 señaló: "el mundo necesita personas que se dediquen con desinterés a la causa del trabajo respetando plenamente la dignidad humana y el bien común". 

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viernes, 14 de octubre de 2016

El papa Francisco dice que enriquecerse con el trabajo en negro es "pecado mortal"

El papa Francisco dice que enriquecerse con el trabajo en negro es "pecado mortal"

Ciudad del Vaticano19 may 2016
El papa Francisco durante la audiencia general de los miércoles en la plaza de San Pedro en el Vaticano ayer. EFE

El papa Francisco afirmó hoy que quien explota a la gente con el trabajo en negro es "una sanguijuela" y comete "pecado mortal", en la homilía de la misa que cada mañana oficia en la capilla de su residencia, Casa Santa Marta.

Francisco se inspiró en la primera lectura de la misa del apóstol Santiago en la que lamenta cómo son tratados los campesinos que trabajan la tierra para afirmar que "cuando las riquezas se consiguen explotando a la gente (...) esa gente se convierte en esclavos", según la transcripción de la homilía que publica Radio Vaticano.

"Pensemos en lo que ocurre hoy en día aquí, pero pasa en todo el mundo. Quiero trabajar. Pues bien, te hacen un contrato de septiembre a junio. Sin cotizar, sin seguro médico y en junio se te acaba y en julio y agosto tienes que comer aire y luego te vuelven a contratar en septiembre", dijo.

Para Francisco, "estos son verdaderas sanguijuelas y viven de la sangre de la gente y crean esclavos del trabajo".

El papa argentino recuerda que una chica le contó una vez que había encontrado un trabajo de 11 horas al día a 650 euros y en negro y que le dijeron que si no le parecían bien las condiciones pues que se fuera porque había más gente que lo quería.

Jorge Bergoglio dijo en su sermón que se cree que la esclavitud no existe y sin embargo "está en nuestras ciudades", donde "se encuentran estos traficantes que tratan a la gente en el trabajo sin una justicia".

Francisco lamentó que haya quien "mata de hambre a la gente con el trabajo para obtener beneficio", insistió en que eso es un "pecado mortal" y que se necesita "mucha penitencia para convertirse de este pecado".

Dijo que se trata de un "tráfico de personas", como el que afecta a prostitutas, niños o el trabajo infantil, pero que se le considera "más civilizado".

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La Evangelii gaudium en 30 frases e ideas claves


La Evangelii gaudium en 30 frases e ideas claves

Les presentamos las 30 principales ideas que ofrece el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica


Por: LUIS FERNÁNDEZ DE ERIBE | Fuente: Ecclessia

Estos son las 30 principales ideas que ofrece el Santo Padre en la Evangelii Gaudium:

1. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.

2. Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo.

3. Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse.

4. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?

5. Tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable «descentralización».

6. La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz.

7. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad..

8. Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización.

9. En su constante discernimiento, la Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no suele ser percibido adecuadamente. Pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas. Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida.

10. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades.

11. La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad.

12. Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que «no tienen con qué recompensarte» (Lc 14,14). No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio», y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos.

13. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.

14. Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil.

15. Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad.

16. El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales. Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos «mutuamente a llevar las cargas» (Ga 6,2).

17. Nuestro dolor y nuestra vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia, y por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por amor: ayudan a tanta gente a curarse o a morir en paz en precarios hospitales, o acompañan personas esclavizadas por diversas adicciones en los lugares más pobres de la tierra, o se desgastan en la educación de niños y jóvenes, o cuidan ancianos abandonados por todos, o tratan de comunicar valores en ambientes hostiles, o se entregan de muchas otras maneras que muestran ese inmenso amor a la humanidad que nos ha inspirado el Dios hecho hombre.

18. La cultura mediática y algunos ambientes intelectuales a veces transmiten una marcada desconfianza hacia el mensaje de la Iglesia, y un cierto desencanto. Como consecuencia, aunque recen, muchos agentes pastorales desarrollan una especie de complejo de inferioridad que les lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones. Se produce entonces un círculo vicioso, porque así no son felices con lo que son y con lo que hacen, no se sienten identificados con su misión evangelizadora, y esto debilita la entrega. Terminan ahogando su alegría misionera en una especie de obsesión por ser como todos y por tener lo que poseen los demás.

19. Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo.

20. El ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual.

21. Más que el ateísmo, hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios.

22. La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?» (Jn 5,44).

23. Esta oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes aparentemente opuestas pero con la misma pretensión de «dominar el espacio de la Iglesia». En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. En otros, la misma mundanidad espiritual se esconde detrás de una fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, o en una vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, o en un embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial. También puede traducirse en diversas formas de mostrarse a sí mismo en una densa vida social llena de salidas, reuniones, cenas, recepciones. O bien se despliega en un funcionalismo empresarial, cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones, donde el principal beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como organización.

24. La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia.

25. Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente. El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión, pero puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder.

26. Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.

27. Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5).

28. Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda.

29. Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo. Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. (…) Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o «modernizaciones».

30. A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo.


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