domingo, 21 de junio de 2015

Conferencia de presentación de la encíclica Laudato si': Una ecología integral

Conferencia de presentación de la encíclica Laudato si': Una ecología integral

Ciudad del Vaticano, 18 de junio de 2015 (Vis).-El cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz ha ilustrado esta mañana en el Aula Nueva del Sínodo la encíclica ''Laudato si'' del Santo Padre Francisco sobre el cuiddo de la casa común.
El purpurado ha dado la bienvenida a los presentadores del documento: el Metropolitano de Pérgamo, John Zizioulas, en representación del Patriarcado Ecuménico y de la Iglesia ortodoxa, que habló sobre la teología y la espiritualidad, temas que abren y cierran la encíclica, el profesor John Schellnhuber, fundador y director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, como representante de las ciencias naturales con la que la encíclica entra en diálogo profundo y que ha sido nombrado recientemente miembro ordinario de la Academia Pontificia de las Ciencias; Carolyn Woo, presidenta de Catholic Relief Services, y ex-decana del Mendoza College of Business de la Universidad de Notre Dame, en representación de los sectores de la economía, las finanzas, los negocios y el comercio, cuyas respuestas a los grande retos ambientales son cruciales y Valeria Martano, maestra durante 20 años en las afueras de Roma, testigo de la degradación humana y medioambiental, así como de las "mejores prácticas" que son un signo de esperanza.
Ya ese abanico de personas evidencia que la encíclica, desde el principio, quiere establecer un diálogo con todos, sea con los individuos que con las organizaciones e instituciones que comparten la misma preocupación que el Papa, abordada desde diferentes perspectivas, en una situación mundial que las hace cada vez más entrelazadas y complementarias. ''Este tipo de diálogo -dijo el cardenal Turkson- también ha sido parte del método de redacción que el Santo Padre ha utilizado para la encíclica. El Papa se ha basado en una amplia gama de contribuciones: muchas de las conferencias episcopales de todos los continentes...que figuran en el texto, así como de otras aportaciones que no están en él y a las que el Señor recompensará su generosidad y dedicación''.
La encíclica toma su nombre de la invocación de San Francisco de Asís en el Cántico de las Criaturas: "Alabado seas mi Señor'' . Una referencia que indica también la base sobre la que se asienta el documento: ''la contemplación orante que nos invita a mirar al "pobrecillo de Asís" como fuente de inspiración y ejemplo por excelencia de la atención por lo que es débil, así como de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad''.
''La humanidad, en su relación con el medio ambiente, se enfrenta a desafíos clave, que requieren también políticas adecuadas, por otra parte ya incluidas en la agenda internacional. Ciertamente ''Laudato si''', -finalizó el cardenal- puede y debe tener un impacto en estos procesos. Ya un rápido examen de su contenido demuestra que tiene una naturaleza magistral, pastoral y espiritual, cuyo alcance, amplitud y profundidad no pueden reducirse solamente al ámbito de las políticas ambientales''.
Por su parte el Metropolitano John Zizioulas dedicó gran parte de su intervención al ecumenismo en 'Laudato si' y recordó que ya en 1989 el Patriarca Ecuménico Dimitrios publicó una encíclica dirigida a todos los cristianos y a las personas de buena voluntad advirtiendo de la seriedad de la cuestión ecológica y de sus implicaciones teológicas y espirituales y en ese mismo año se propuso dedicar el 1 de septiembre de cada año a rezar por el medio ambiente. Esa fecha es según el calendario ortodoxo el primer día del año eclesiástico y desde entonces los ortodoxos lo dedican al medio ambiente. ''¿No podría convertirse en una fecha de oración por ese tema para todos los cristianos, marcando así un nuevo paso para el acercamiento entre todos?'', propuso el Metropolitano.
''Creo que el significado de la encíclica papal ''Laudato si'' ,no se limita al tema de la ecología como tal -afirmó- Veo en él una importante dimensión ecuménica que plantea a todos los cristianos divididos una tarea común que deben enfrentar juntos. Vivimos en una época con problemas existenciales fundamentales que superan nuestras divisiones tradicionales y las relativizan casi hasta el punto de la extinción. Mirad, por ejemplo -dijo- lo que está sucediendo hoy en Medio Oriente: ¿Los que persiguen a los cristianos les preguntan a qué iglesia o a qué confesión pertenecen? La unidad de los cristianos en casos como éstos se realiza de hecho por la persecución y la sangre: es un ecumenismo del martirio''.
''De una forma parecida la amenaza que representa para nosotros la crisis ecológica trasciende nuestras divisiones tradicionales. El peligro que enfrenta nuestra casa común, el planeta en que vivimos está descrito en la Encíclica de una forma que no deja dudas sobre el riesgo existencial al que nos enfrentamos. Este riesgo es común a todos nosotros, independientemente de nuestras identidades eclesiásticas o confesionales. Igualmente debe ser común nuestro esfuerzo para evitar las consecuencias catastróficas de la situación actual. La encíclica del Papa Francisco es un llamamiento a la unidad - la unidad en la oración por el medio ambiente, en el mismo Evangelio de la creación, en la conversión de nuestros corazones y nuestros estilos de vida para respetar y amar a todos y todo lo que nos ha dado Dios''.
A continuación el profesor John Schellnhuber, puntualizó que desde el punto de vista de la tecnología conseguir energía limpia para todos es factible ya que de hecho, ''está disponible en abundancia. Todo lo que tenemos que hacer es desarrollar los medios para recolectarla correctamente y administrar responsablemente nuestro consumo. Llevamos décadas y décadas trabajando en el desarrollo de un reactor de fusión increíblemente caro, mientras ya estamos bendecidos con uno que funciona perfectamente bien y es gratis para todos nosotros: el sol. La energía fotovoltaica, la energía eólica y de biomasa están, en última instancia,controladas por la luz solar. Estas nuevas tecnologías podrían abrir un potencial en los países pobres donde no existan redes para distribuir la electricidad producida por las centrales eléctricas centralizadas o donde los asentamientos están demasiado distantes uno del otro para que dicho sistema sea viable. Lo mismo que se ha incrementado el uso de teléfonos móviles sin el establecimiento previo de líneas fijas, los países en desarrollo podrían dejar atrás el período fósil y entrar en la era de la producción descentralizada de energía renovable sin desvíos''.
''El cuidado de nuestro planeta, por lo tanto no tiene que convertirse en una tragedia pública -apuntó el profesor- Bien podría convertirse en la historia de una gran transformación, de una oportunidad aprovechada para superar las profundas desigualdades. Unas desigualdades que surgieron de la coincidencia geológica de la distribución regional de combustibles fósiles controlada por unos pocos y la explotación concomitante. Hoy en día, las consecuencias de nuestras acciones y el camino están claros. Es solamente una cuestión de en qué futuro elegimos creer y perseguir''.
Carolyn Woo, la presidenta de Catholic Relief Services, y ex-decana del Mendoza College of Business de la Universidad de Notre Dame, como experta de economía y finanzas destacó en su intervención que invertir en sostenibilidad es otra oportunidad de ganar en los negocios ya que ''numerosos estudios han proporcionado estimaciones de los costos astronómicos asociados a los desastres costeros como el aumento del nivel del agua, sequías y tormentas que asolan la producción agrícola, o la pérdida de la productividad debida a las crecientes oleadas de calor y a las enfermedades debidas a la contaminación... Además, las empresas pueden desempeñar un papel importante para ayudar a los clientes a convertirse en consumidores responsables. Diseño y producción que minimicen los residuos mediante la utilización de fuentes de energía renovables, el reciclado, la regeneración y la reutilización proporcionan nuevas oportunidades para las empresas y responsabilizan a los clientes''.
''Esta encíclica ciertamente afirma el importante papel que tendrán que jugar los negocios- observó Woo- pero el Papa Francisco habla claramente cuando afirma que necesitamos alianzas entre los sectores público y privado, es decir, "la política y la economía en diálogo para la realización humana." Dado que tanto los sectores públicos como los privados tienen el mismo objetivo, y se integran en la misma red interconectada de la vida, tienen que trabajar juntos en armonía. A veces para los negocios eso significa ser más tolerantes con las normas de regulación más estrictas, especialmente en el sector financiero. También significa que los negocios tienen que ponerse en línea con los nuevos objetivos de desarrollo sostenible y la necesidad de tomar medidas para combatir el cambio climático. A fin de cuentas, los negocios son una empresa humana y se deben esforzar por el desarrollo humano auténtico y el bien común''.
Por último, la maestra Valeria Martano recordó que la ecología urbana, puesta en peligro por la contaminación, la escasez de servicios o el individualismo generalizado, es un reto para los cristianos. ''En las periferias -subrayó- se vive mal, se acumulan rabia y sentimientos de exclusión. A muchos se les niega la dignidad de una casa (como a los gitanos) y a menudo somos testigos de la destrucción de los asentamientos precarios, sin ofrecer una alternativa. Los ancianos son ''expulsados'' de la estructura social en instituciones periféricas... Vemos la violencia en algunos barrios. Pero se puede ayudar a vivir mejor si se sale de la resignación del individualismo. Desde hace años , con la Comunidad de San Egidio, trabajamos para sustraer espacios a la contaminación... Partiendo de los más débiles -niños, ancianos, discapacitados- reconstruimos el tejido humano. Alrededor de los débiles se puede renovar el rostro de las periferias, descubriendo energías que renuevan la ecología humana''.
''La encíclica -finalizó- nos invita a practicar el bien común: la ciudad y el medio ambiente son la casa común. A menudo vivimos itinerarios humanos fragmentados y contradictorios. Todo el mundo trata de salvarse a sí mismo en su propio rincón. Cada uno persigue su propio interés. Pero hay una ''salvación comunitaria'' que parte de la inclusión de los más débiles, precioso recurso de la ecología integral''.

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sábado, 20 de junio de 2015

La Carta Magna de la ecología integral: grito de la Tierra-grito de los pobres | BoffSemanal 20150619

La Carta Magna de la ecología integral:

grito de la Tierra-grito de los pobres

2015-06-19


  Antes de hacer cualquier comentario vale la pena resaltar algunas singularidades de la encíclica Laudato sí' del Papa Francisco.

Es la primera vez que un Papa aborda el tema de la ecología en el sentido de una ecología integral (por lo tanto que va más allá de la ambiental) de forma tan completa. Gran sorpresa: elabora el tema dentro del nuevo paradigma ecológico, cosa que ningún documento oficial de la ONU ha hecho hasta hoy. Fundamenta su discurso con los datos más seguros de las ciencias de la vida y de la Tierra. Lee los datos afectivamente (con inteligencia sensible o cordial), pues discierne que detrás de ellos se esconden dramas humanos y mucho sufrimiento también por parte de la madre Tierra. La situación actual es grave, pero el Papa Francisco siempre encuentra razones para la esperanza y para confiar en que el ser humano puede encontrar soluciones viables. Enlaza con los Papas que le precedieron, Juan Pablo II y Benedicto XVI, citándolos con frecuencia. Y algo absolutamente nuevo: su texto se inscribe dentro de la colegialidad, pues valora las contribuciones de decenas de conferencias episcopales del mundo entero, desde la de Estados Unidos a la de Alemania, la de Brasil, la de la Patagonia-Comahue, la del Paraguay. Acoge las contribuciones de otros pensadores, como los católicos Pierre Teilhard de Chardin, Romano Guardini, Dante Alighieri, su maestro argentino Juan Carlos Scannone, el protestante Paul Ricoeur y el musulmán sufí Ali Al-Khawwas. Los destinatarios somos todos los seres humanos, pues todos somos habitantes de la misma casa común (palabra muy usada por el Papa) y sufrimos las mismas amenazas.

El Papa Francisco no escribe en calidad de Maestro y Doctor de la fe sino como un Pastor celoso que cuida de la casa común y de todos los seres, no sólo de los humanos, que habitan en ella.

Un elemento merece ser destacado, pues revela la forma mentis (la manera de organizar su pensamiento) del Papa Francisco. Este es tributario de la experiencia pastoral y teológica de las iglesias latinoamericanas que a la luz de los documentos del episcopado latinoamericano (CELAM) de Medellín (1968), de Puebla (1979) y de Aparecida (2007) hicieron una opción por los pobres contra la pobreza y a favor de la liberación.

El texto y el tono de la encíclica son típicos del Papa Francisco y de la cultura ecológica que ha acumulado, pero me doy cuenta de que también muchas expresiones y modos de hablar remiten a lo que viene siendo pensado y escrito principalmente en América Latina. Los temas de la «casa común», de la «madre Tierra», del «grito de la Tierra y del grito de los pobres», del «cuidado», de la «interdependencia entre todos los seres», de los «pobres y vulnerables», del «cambio de paradigma», del «ser humano como Tierra» que siente, piensa, ama y venera, de la «ecología integral» entre otros, son recurrentes entre nosotros.
La estructura de la encíclica obedece al ritual metodológico usado por nuestras iglesias y por la reflexión teológica ligada a la práctica de liberación, ahora asumida y consagrada por el Papa: ver, juzgar, actuar y celebrar.

Comienza revelando su principal fuente de inspiración: San Francisco de Asís, al que llama «ejemplo por excelencia de cuidado y de una ecología integral, y que mostró una atención especial por los más pobres y abandonados» (nº 10 y 66).

Y entonces empieza con el ver: «Lo que le está pasando a nuestra casa» (17-61). Afirma el Papa: «basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común» (61). En esta parte incorpora los datos más consistentes referentes a los cambios climáticos (20-22), la cuestión del agua (27-31), la erosión de la biodiversidad (32-42), el deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación de la vida social (43-47), denuncia la alta tasa de iniquidad planetaria, que afecta a todos los ámbitos de la vida (48-52), siendo los pobres las principales víctimas (48).

En esta parte hay una frase que nos remite a la reflexión hecha en América Latina: «Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (49). Después añade: «el gemido de la hermana Tierra se une al gemido de los abandonados del mundo» (53). Esto es absolutamente coherente, pues al principio ha dicho que «nosotros somos Tierra» (2; cf. Gn 2,7), muy en la línea del gran cantor y poeta indígena argentino Atahualpa Yupanqui: «el ser humano es Tierra que camina, que siente, que piensa y que ama».

Condena la propuesta de internacionalización de la Amazonia que «solamente serviría a los intereses económicos de las multinacionales» (38). Hace una afirmación de gran vigor ético: «es gravísima iniquidad obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental» (36).

Con tristeza reconoce: «nunca habíamos maltratado y lastimado a nuestra casa común como en los dos últimos siglos» (53). Frente a esta ofensiva humana contra la madre Tierra que muchos científicos han denunciado como la inauguración de una nueva era geológica –el antropoceno– lamenta la debilidad de los poderes de este mundo que, engañados, «piensan que todo puede continuar como está» como coartada para «mantener sus hábitos autodestructivos» (59) con «un comportamiento que parece suicida» (55).

Prudente, reconoce la diversidad de opiniones (nn.60-61) y que «no hay una única vía de solución» (60). Así y todo «es cierto que el sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana» (61) y nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación ilimitada a costa de la injusticia ecológica (degradación de los ecosistemas) y de la injusticia social (empobrecimiento de las poblaciones). La humanidad simplemente «ha defraudado las expectativas divinas» (61).

El desafío urgente, entonces, consiste en «proteger nuestra casa común» (13); y para eso necesitamos, citando al Papa Juan Pablo II: «una conversión ecológica global» (5); «una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad» (231).
Realizada la dimensión del ver, se impone ahora la dimensión del juzgar. Juzgar que es planteado en dos vertientes, una científica y otra teológica.

Veamos la científica. La encíclica dedica todo el tercer capítulo al análisis «de la raíz humana de la crisis ecológica» (101-136). Aquí el Papa se propone analizar la tecnociencia sin prejuicios, acogiendo lo que ha traído de «cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano» (103). Pero este no es el problema, sino que se independizó, sometió a la economía, a la política y a la naturaleza en vista de la acumulación de bienes materiales (cf. 109). La tecnociencia parte de una suposición equivocada que es la «disponibilidad infinita de los bienes del planeta» (106), cuando sabemos que ya hemos tocado los límites físicos de la Tierra y que gran parte de los bienes y servicios no son renovables. La tecnociencia se ha vuelto tecnocracia, una verdadera dictadura con su lógica férrea de dominio sobre todo y sobre todos (108).

La gran ilusión, hoy dominante, reside en creer que con la tecnociencia se pueden resolver todos los problemas ecológicos. Esta es una idea engañosa porque «implica aislar las cosas que están siempre conectadas» (111). En realidad, «todo está relacionado» (117) «todo está en relación» (120), una afirmación que recorre todo el texto de la encíclica como un ritornelo, pues es un concepto-clave del nuevo paradigma contemporáneo. El gran límite de la tecnocracia está en el hecho de «fragmentar los saberes y perder el sentido de totalidad» (110). Lo peor es «no reconocer el valor propio de cada ser e incluso negar un valor peculiar al ser humano» (n.118).

El valor intrínseco de cada ser, por minúsculo que sea, está destacado de manera permanente en la encíclica (69), como lo hace la Carta de la Tierra. Negando ese valor intrínseco estamos impidiendo que «cada ser comunique su mensaje y dé gloria a Dios» (33).

La mayor desviación producida por la tecnocracia es el antropocentrismo. Este supone ilusoriamente que las cosas solo tienen valor en la medida en que se ordenan al uso humano, olvidando que su existencia vale por sí misma (33). Si es verdad que todo está en relación, entonces «nosotros los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas y nos unimos con tierno cariño al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre Tierra» (92). ¿Cómo podemos pretender dominarlos y verlos bajo la óptica estrecha de la dominación?
Todas las «virtudes ecológicas» (88) se pierden por la voluntad de poder como dominación de los otros y de la naturaleza. Vivimos una angustiante «pérdida del sentido de la vida y del deseo de vivir juntos» (110). Cita algunas veces al teólogo ítalo-alemán Romano Guardini (1885-1968), uno de los más leídos a mediados del siglo pasado, que escribió un libro crítico contra las pretensiones de la modernidad (105 nota 83: Das Ende der Neuzeit, El ocaso de la Edad Moderna, 1958).

La otra vertiente del juzgar es de corte teológico. La encíclica reserva un buen espacio al «Evangelio de la Creación» (62-100). Parte justificando el aporte de las religiones y del cristianismo, pues siendo la crisis global, cada instancia debe, con su capital religioso, contribuir al cuidado de la Tierra (62). No insiste en las doctrinas sino en la sabiduría presente en los distintos caminos espirituales. El cristianismo prefiere hablar de creación en vez de naturaleza, pues la «creación tiene que ver con un proyecto de amor de Dios» (76). Cita, más de una vez, un bello texto del libro de la Sabiduría (11,24) donde aparece claro que «la creación pertenece al orden del amor» (77) y que Dios es "el Señor amante de la vida" (Sab 11,26).

El texto se abre a una visión evolucionista del universo sin usar esa palabra, hace un circunloquio al referirse al universo «compuesto por sistemas abiertos que entran en comunión unos con otros» (79). Utiliza los principales textos que ligan a Cristo encarnado y resucitado con el mundo y con todo el universo, haciendo sagrada la materia y toda la Tierra (83). Y en este contexto cita a Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955; nº 83 nota 53) como precursor de esta visión cósmica.

El hecho de que Dios-Trinidad sea relación de divinas Personas tiene como consecuencia que todas las cosas en relación sean resonancias de la Trinidad divina (240).

Citando al Patriarca Ecuménico de la Iglesia ortodoxa, Bartolomeo «reconoce que los pecados contra la creación son pecados contra Dios» (7). De aquí la urgencia de una conversión ecológica colectiva que rehaga la armonía perdida.

La encíclica concluye esta parte acertadamente: «el análisis mostró la necesidad de un cambio de rumbo… debemos salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos hundiendo» (163). No se trata de una reforma, sino, citando la Carta de la Tierra, de buscar «un nuevo comienzo» (207). La interdependencia de todos con todos nos lleva a pensar «en un solo mundo con un proyecto común» (164).

Ya que la realidad presenta múltiples aspectos, todos íntimamente relacionados, el Papa Francisco propone una ecología integral que va más allá de la ecología ambiental a la que estamos acostumbrados (137). Ella cubre todos los campos, el ambiental, el económico, el social, el cultural y también la vida cotidiana (147-148). Nunca olvida a los pobres que testimonian también su forma de ecología humana y social viviendo lazos de pertenencia y de solidaridad de los unos con los otros (149).

El tercer paso metodológico es el actuar. En esta parte, la encíclica se atiene a los grandes temas de la política internacional, nacional y local (164-181). Subraya la interdependencia de lo social y de lo educacional con lo ecológico y constata lamentablemente las dificultades que trae el predominio de la tecnocracia, dificultando los cambios que refrenen la voracidad de acumulación y de consumo, y que puedan inaugurar lo nuevo (141). Retoma el tema de la economía y de la política que deben servir al bien común y a crear condiciones para una plenitud humana posible (189-198). Vuelve a insistir en el diálogo entre la ciencia y la religión, como viene siendo sugerido por el gran biólogo Edward O. Wilson (cf. el libro La creación: cómo salvar la vida en la Tierra, 2008). Todas las religiones «deben buscar el cuidado de la naturaleza y la defensa de los pobres» (201).

Todavía en el aspecto del actuar desafía a la educación en el sentido de crear una «ciudadanía ecológica» (211) y un nuevo estilo de vida, asentado sobre el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están umbilicalmente ligados, la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive y por nuestro destino común (203-208).

Finalmente, el momento de celebrar. La celebración se realiza en un contexto de «conversión ecológica» (216) que implica una «espiritualidad ecológica» (216). Esta se deriva no tanto de las doctrinas teológicas sino de las motivaciones que la fe suscita para cuidar de la casa común y «alimentar una pasión por el cuidado del mundo» (216). Tal vivencia es antes una mística que moviliza a las personas a vivir el equilibrio ecológico, «el interior consigo mismo, el solidario con los otros, el natural con todos los seres vivos y el espiritual con Dios» (210). Ahí aparece como verdadero que «lo menos es más» y que podemos ser felices con poco.

En el sentido de la celebración «el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza» (12).
El espíritu tierno y fraterno de San Francisco de Asís atraviesa todo el texto de la encíclica Laudato sí'. La situación actual no significa una tragedia anunciada, sino un desafío para que cuidemos de la casa común y unos de otros. Hay en el texto levedad, poesía y alegría en el Espíritu e indestructible esperanza en que si grande es la amenaza, mayor aún es la oportunidad de solución de nuestros problemas ecológicos.

Termina poéticamente "Más allá del sol", con estas palabras: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza» (244).

Me gustaría acabar con las palabras finales de la Carta de la Tierra que el mismo Papa cita (207): «Que nuestro tiempo se recuerde por despertar a una nueva reverencia ante la vida, por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad, por acelerar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida».


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viernes, 19 de junio de 2015

Encíclica Verde

19 de junio de 2015, 5:11 p. m.
Encíclica Verde
Frei Betto



ALAI AMLATINA, 19/06/2015.-  En homenaje a San Francisco de Asís, el Papa Francisco lanzó una encíclica holística, "Alabado Sea", en la cual asocia la degradación ambiental y el aumento de la pobreza mundial.  El texto constituye un llamamiento urgente a la humanidad para salir de la "espiral de autodestrucción".

El jefe de la Iglesia Católica condena el actual modelo de desarrollo centrado en el consumismo y en la obtención del lucro inmediato.  Denuncia "la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada".

Salvar el Planeta es salvar a los pobres, clama Francisco.  Ellos son las principales víctimas de las secuelas dejadas por invasiones de tierras indígenas, destrucción de los bosques, contaminación de ríos y mares, por uso excesivo de agrotóxicos y de energía fósil.

El texto rescata la interacción bíblica entre el ser humano y la naturaleza y hace mea culpa en cuanto al modo en que la Iglesia interpreta el mandato divino de "dominar" la Tierra.  También amplía el significado de "No matarás": "Un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir".

No hay desarrollo social positivo y el progreso científico positivos, advierte el Papa, sin el respaldo de la ética y la centralidad del bien común en todo lo que se investiga y planifica.

El combate a la idolatría del mercado es enfático, al señalar que el hambre y la miseria no van a terminar simplemente con el crecimiento del mercado.  "El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social".

Más allá de criticar como inocuas todas las reuniones importantes de la cumbre sobre el tema del medio ambiente, ya que las buenas intenciones no salen del papel, Francisco amplía el concepto de la ecología para resaltar la "ecología integral", la "ecología cultural" y la "ecología de la vida cotidiana".

Ninguna otra encíclica contiene tanta poesía.  Francisco destaca que "Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios... El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios".  Y, por primera vez, una encíclica valora la contribución de la obra de Teilhard de Chardin, censurado por Roma durante toda la primera mitad del siglo pasado.  (Traducción: ALAI)

- Frei Betto es escritor, autor de "A arte de semear estrelas" (Rocco), entre otros libros.
http://www.freibetto.org/ - :@freibetto.

URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/170510

jueves, 18 de junio de 2015

CARTA ENCÍCLICA LAUDATO.SI DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

18 de junio de 2015
CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI' DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN


Hermanos y hermanas:
Esta mañana en el Aula Juan Pablo II en la Sala de Prensa en el Vaticano se presentó la segunda encíclica del Papa Francisco titulada "Laudato Si'" (Alabado seas), en la que el Santo Padre reflexiona sobre la creación.
La nueva encíclica del Papa Francisco Laudato Si' publicada este jueves, va más allá de exponer algunos problemas actuales que afectan al planeta e incluye un claro llamado a cambiar hábitos y tendencias negativas en la vida de cada persona.
El Pontífice propone cinco formas concretas para el cambio de vida. En el capítulo sexto, el último del documento, señala que "ante todo la humanidad necesita cambiar".
Para el Papa, "no todo está perdido" ya que los seres humanos "también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan". En definitiva, son capaces de "iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad".

Estas son las cinco claves de cambio que propone en Laudato Si':
1.- Ser agradecido y practicar la gratuidad: El Papa pide que todo cristiano reconozca el mundo (lo creado) "como un don recibido del amor del Padre", algo que implica "actitudes de renuncia y gestos generosos".
Es importante convencerse de que "menos es más" y que se debe crecer en la sobriedad y en la capacidad de gozar con poco. "La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora" puesto que "quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple".
Francisco invita también a "dar gracias a Dios antes y después de las comidas" porque ese momento "nos recuerda nuestra dependencia de Dios para la vida" y "fortalece nuestro sentido de gratitud".

2.- Educar en los diversos ámbitos: El Pontífice pide no educar sólo desde el punto de vista científico, con leyes y normas como se ha hecho hasta ahora, sino ir más allá. Solicita realizar "pequeñas acciones cotidianas" como "evitar el uso del material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias".
La educación se puede desarrollar en la escuela, en los medios de comunicación, la catequesis y sobre todo en la familia.

3.- Destierro del consumismo compulsivo: Las personas que se dejan "apresar" por los mercados, son sumergidas en la "vorágine" de las compras y los gastos innecesarios. "El consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico. Ocurre lo que ya señalaba Romano Guardini: el ser humano 'acepta los objetos y las formas de vida, tal como le son impuestos por la planificación y por los productos fabricados en serie y, después de todo, actúa así con el sentimiento de que eso es lo racional y lo acertado'".
"Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoría que detenta el poder económico y financiero".
En esta confusión, afirma Francisco, "la humanidad posmoderna no encontró una nueva comprensión de sí misma que pueda orientarla, y esta falta de identidad se vive con angustia. Tenemos demasiados medios para unos escasos y raquíticos fines".

4.- Olvido del egoísmo: El Papa Francisco sostiene que la situación actual del mundo favorece distintas formas de egoísmo. Así, las personas se vuelven autorreferenciales y se aíslan en sí mismas. "Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir". Por tanto, pide "salir hacia el otro" y superar el "individualismo".

5.- Conversión interior: El Santo Padre recuerda la necesidad de 'convertirse', es decir, encontrarse realmente con Jesucristo e iniciar una vida nueva. El cristiano, asegura, debe vivir su vocación admirando la belleza de la obra de Dios y protegiéndola.
Así, el Papa propone "una sana relación con lo creado" como parte de la "conversión íntegra de la persona" y tomando de modelo a San Francisco de Asís. Esto implica "reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde dentro".

Les adjunto el documento en formato pdf.
-- 
Ruth Hernández Arriaga
Servicio de Articulación Nacional CEB-México

lunes, 15 de junio de 2015

Cántico de las criaturas de San Francisco, ante la encíclica

Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís, ante la encíclica del Papa Francisco "Laudato si"
































Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís, ante la encíclica del Papa Francisco "Laudato si"
EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,

porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.

Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

Explicación
Esta bella oración de San Francisco es conocida por varios nombres: Cántico de las Criaturas, Alabanzas de las Criaturas e Himno de la Hermana Muerte. Fue escrito en romance umbro (la tierra del santo) y se lo considera el primer poema en la lengua italiana. Se lo celebró como "el más bello trozo de poesía religiosa después de los Evangelios" y "la expresión más completa y lírica del alma y de la espiritualidad de Francisco". La fecha de su composición es el otoño de 1225, posiblemente en San Damián. La estrofa sobre el perdón la redactó con ocasión de una controversia entre el Podestá de Asís, primera autoridad de la ciudad, y el Obispo, reconciliándolos. Y la última, sobre la hermana muerte, la compuso en octubre de 1226.
Las circunstancias físicas en que se hallaba el Pequeñuelo obvian los comentarios y provocan las conclusiones: desangrado por los estigmas, casi ciego, enfermo del hígado, desnutrido y afiebrado. Por el contrario, su vida interior estaba en la mejor salud. Dios había querido recordar a los hombres la pasión de su Hijo a través del cuerpo del Pequeñuelo y, como sólo desde la cruz se preludia la alegría de la Pascua, a la hora de cantar el "aleluya". Ninguno mejor que Francisco.
Lo cantó por todos, por ti y por mí; por los hombres y los astros; por las criaturas y las plantas; por toda esta naturaleza que Cristo reconcilió y pacificó en su cruz. Francisco interpretó el silencioso canto que toda la creación le tributa a Dios, y la silenciosa melodía que Dios canta en la creación. Y lo hizo porque ocupaba el último lugar, y así pudo ser el primero. Porque era el más humilde de los siervos, y esto le permitió comprender como nadie la grandeza de su Señor.

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El poema de San Francisco de Asís que inspira la encíclica ecológica del Papa, “Laudato si”


Publicado el 15/06/2015

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“El cántico de las criaturas” fue escrito en 1226 y se considera el primer poema en italiano.
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Papa Francisco: He escrito la encíclica ecológica para todos, no sólo los católicos


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Durante el ángelus, Francisco invitó a ser más responsables con el medio ambiente.
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