lunes, 28 de abril de 2014

NOTICIAS DE ALCANCE: Francisco y Juan XXIII

NOTICIAS DE ALCANCE
(Resúmenes de prensa)











Francisco y Juan XXIII



"Francisco es el papa más cercano a Juan XXIII por su amor a la verdad, a la caridad y a la pobreza en el sentido franciscano" y a lo que Roncalli llamó "la medicina de la misericordia", explica el historiador y escritor Marco Roncalli, sobrino-nieto de Juan XXIII.

Para Roncalli, "ambos hablan de una Iglesia que es de todos y en la que nadie está excluido, sobre todo los pobres". El periodista acaba de publicar "Papa Giovanni. Il Santo", en el que ante todo se agradece al papa Francisco su aceleración del proceso de canonización.

"Se necesitaba un papa Francisco para ello, y no es una casualidad", explica Roncalli, ya que el papa argentino decidió el pasado julio que se elevaría a los altares a Juan XXIII sin necesidad de un milagro.
Se trata del deseo de Francisco de reducir el tiempo para dar a toda la Iglesia la oportunidad de celebrar al mismo tiempo la canonización de Juan XXIII, iniciador del Concilio Vaticano II y la de Juan Pablo II, "el ejecutor de los documentos pastorales, espirituales y doctrinales de este Concilio".

Para Roncalli, la ceremonia del 27 de abril en el Vaticano, representará la "voluntad" del papa Francisco de "reafirmar el Concilio Vaticano II, de relanzarlo y alejarlo de ciertas dialécticas que lo habían confinado o congelado un poco y de hacer volver a insuflar el aire de la primavera conciliar".

Marco Roncalli analiza la "santidad" de Juan XXIII y considera que "fue algo que él persiguió durante toda su vida. Desde la infancia hasta la muerte. Y que casi se fundió en una sola dimensión entre lo privado y lo público".
"Pero no era un santo, por así decirlo, sólo para sí mismo, sino para los demás", puntualiza.
"Hablando con su ex secretario y ahora cardenal, Loris Capovilla, sobre la noticia de la canonización, me dijo que para él no era otra cosa que la confirmación de lo que él vio en todos esos años: una santidad en la cotidiana normalidad", agrega.
Para Marco Roncalli es importante leer sus apuntes y escritos y donde se aprecia que, ya desde pequeño, tenía el constante pensamiento de ser un santo, como cuando escribía: "Todo el mundo me llama Santo Padre, pues sí, tengo y quiero serlo verdaderamente, anotaba Juan XXIII"

"Nunca la Iglesia Católica ha dado un testimonio tan alto y tan puro. Ha tenido otros grandes santos como él, pero ninguno que encarnase tanta santidad", destaca el autor de varias biografías del "papa Bueno".

El sobrino de Juan XXIII cuenta su versión del porqué se le llamó el "papa Bueno" y es que, asegura, "fue un hombre que nunca impuso nada a nadie y que respetó a todos con los que conversó".

"Obviamente, la bondad en él no era ingenuidad", matiza.
Para Marco Roncalli, uno de los expertos que el Vaticano ha elegido para unas conferencias previas a la doble canonización, pone la atención sobre el que fue también el papa de la paz y la diplomacia, "como se muestra en su encíclicas "Pacem in Terris", que nació en los días de la terrible crisis de Cuba y de la distensión entre los dos bloques".
"Los documentos que van saliendo poco a poco no hacen sino confirmar el papel de gran importancia que tuvo, por ejemplo, en la apertura a los países de la Europa del Este", subrayó.
Marco Roncalli y toda su familia se sienten estos días entre la "felicidad y la responsabilidad" y acudirán al Vaticano para participar "con sobriedad y sencillez" a la canonización.


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sábado, 26 de abril de 2014

"Comunidad de Comunidades: una nueva Parroquia". Carta abierta a la 52° Asamblea General de la CNBB

“Comunidad de Comunidades: una nueva Parroquia”. Carta abierta a la 52ª Asamblea General de la CNBB
Marcos Sassatelli, fraile dominico 23-04-2014.
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Por la presente Carta abierta, me dirijo fraternalmente a los participantes de la 52ª Asamblea General de la CNBB (obispos, asesores/as y otros/as) y a todos/as los interesados/as. 
En 2013, la 51ª Asamblea General de la CNBB publicó el Documento de Estudio 104: “Comunidad de Comunidades: una Nueva Parroquia”. El texto, a partir de la Palabra de Dios, de los Documentos de la Iglesia – sobre todo de América Latina y del Brasil, y de la experiencia eclesial en las bases (Comunidades, Parroquias y Diócesis) presenta reflexiones teológico-pastorales valiosas, pero que habría que profundizar y esclarecer mejor. El texto, con la intención – tal vez - de agradar a todos/as, es bastante repetitivo, confuso, ambiguo, contradictorio y poco objetivo.
A las CEBs se las menciona en los números 160-161 y, al pasar, en el número 238, pero sin ninguna relevancia. Da la impresión de que el Documento sólo cita a las CEBs, porque existen personas que todavía insisten en hablar de ellas. Si no se las citara, en la estructura general del Documento, no harían ninguna falta.
En la 52ª Asamblea, que se realizará del 30 de abril al 9 de mayo del corriente año, el Documento de Estudio 104 - con la contribución de las sugerencias venidas de las bases (Comunidades, Parroquias y Diócesis) - será reelaborado y (a no ser que la Asamblea juzgue necesario más tiempo - como sería conveniente - para el estudio del asunto) quedará como un Documento oficial de la CNBB.
Por amor a la Iglesia, me permito hacer un pedido a la próxima Asamblea General de la CNBB: que, en la reelaboración del Documento - además de hacerlo más claro, más conciso y más objetivo - se retome la visión teológico-pastoral de las CEBs de los Documentos de Medellín, asumiendo el método “ver, juzgar, actuar” (analizar, interpretar, liberar), que "nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva cristiana de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo" (Documento de Aparecida - DA, 19).
Esa visión teológico-pastoral de las CEBs – en el Documento sobre una Nueva Parroquia - debería ser central, debería ser su eje estructurante, su espina dorsal.
No podemos olvidar - como nos recuerda Clodovis Boff - “la originalidad histórica de Medellín”. “El mayor fruto de la Asamblea de la Conferencia Episcopal Latino-Americana (CELAM), en 1968, fue haber dado a luz a la Iglesia latinoamericana como latinoamericana. Los Documentos de Medellín representan el ‘acto de fundación’ de la Iglesia de América Latina (comprendiendo también al Caribe) a partir y en función de sus pueblos y de sus culturas”. “Esos textos constituyen la ‘Carta magna’ de la Iglesia del Continente”.
Dice también Clodovis Boff: “Lo que nos interesa aquí no es el ‘Medellín histórico’: lo que pasó de hecho en la Asamblea del CELAM de 1968, sino el ‘Medellín kerigmático’: lo que él representa en términos históricos. Ahora, releyendo hoy los Documentos de Medellín, uno queda impresionado con el vigor y la audacia de su expresión, o, para decirlo en una palabra, con su ‘pathos profético’, típico de los textos originarios y fundantes de una tradición. Aquello es el lenguaje de verdaderos ‘Padres de la Iglesia’, Padres de la Iglesia latinoamericana como tal, como intuyó con perspicacia el P. José Comblin, benemérito teólogo del Continente”.
De hecho - continúa Clodovis Boff - “hasta Medellín, la Iglesia en el Continente era la reproducción del modelo de la Iglesia europea, en su modo de organización, en su problemática teológica y en sus propuestas pastorales. Era una ‘Iglesia-reflejo’ no una "Iglesia-fuente", como se expresó el P. Henrique de Lima Vaz, intelectual al que mucho debe la Iglesia brasileña. Por tanto, la Iglesia latinoamericana, más que ser Iglesia de América Latina, era más propiamente la Iglesia europea en América Latina. Era, de hecho, una Iglesia en estado de minoridad, tutelada, privada de su legítima autonomía institucional” (era la extensión de la Iglesia europea en América Latina: una Iglesia “colonial”, una Iglesia “romanizada”, una Iglesia “extremadamente centralizada en el clero”).
Con todo - concluye Clodovis - “falta mucho todavía para que las "Iglesias locales" tengan y gocen efectivamente de esa justa autonomía”.
Los Documentos de Medellín son, pues, la encarnación del Concilio Vaticano II en América Latina y el Caribe. Según los Documentos de Medellín, las CEBs (que, entonces eran llamadas “Comunidades Cristianas de Base”, o simplemente “Comunidades de Base”) no son - como se quiere hacer creer hoy - un Movimiento entre muchos otros, una expresión de vivencia comunitaria entre muchas otras, sino la base de la Iglesia, el eje de la organización eclesial.
La CEB (Comunidad de Fe, Esperanza y Caridad) “es el primer y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto, que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de la estructura eclesial y foco de evangelización y, actualmente, factor primordial de la promoción humana y del desarrollo”. La CEB es una “Comunidad local o ambiental, que corresponde a la realidad de un grupo homogéneo y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros” (Documentos de Medellín, XV, 10).
A partir de las CEBs, Medellín redefine la Parroquia, que pasa a ser “un conjunto pastoral unificador de las Comunidades de Base” (Ib. 13). Es verdad que, en sentido amplio, la Parroquia puede ser llamada Comunidad, pero la verdadera vivencia comunitaria acontece en las CEBs. Es en ellas y de ellas de donde irrumpe el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios en el mundo de hoy y la denuncia profética de todo aquello que es contrario al Reino. Es en ellas y de ellas de donde irrumpe el compromiso con las Pastorales sociales y ambientales. ¡Es otra Eclesiología!
En esa Eclesiología todos y todas son iguales, todos y todas – en la diversidad de los ministerios (servicios) - son hermanos y hermanas y nadie es más importante que el otro o la otra.
Vean lo que dice recientemente nuestro hermano, el Papa Francisco: “Yo haría esta pregunta: ¿quién es más importante en la Iglesia? ¿el Papa o aquella viejita que todos los días reza el Rosario por la Iglesia? Que lo diga Dios; yo no lo puedo decir. Mas la importancia es de cada uno en esta armonía, pues la Iglesia es la armonía de la diversidad. El Cuerpo de Cristo es esta armonía de la diversidad, e el que hace la armonía es el Espíritu Santo: Él es el más importante de todos. (...) Es importante: buscar la unidad y no seguir la lógica de que el pez grande se traga al pez chico” (Discurso a los miembros de la Asociación “Corallo”, que reúne a las emisoras televisivas católicas italianas, 22/03/14).
Mucho me gustaría que en la reelaboración del Documento arriba citado, la CEB apareciese como “célula inicial de la estructura eclesial”. Es lo que los Documentos de Medellín piden a la Iglesia de América Latina y del Caribe. Si esa enseñanza de los Documentos de Medellín (que, como vimos, son Documentos fundantes de la Iglesia latinoamericana y caribeña como tal) es olvidada o dejada deliberadamente de lado, cualquier otro Documento pierde su autoridad  moral.
La Eclesiología del Concilio Vaticano II y de los Documentos de Medellín es la Eclesiología del Pueblo de Dios, que es una Eclesiología toda ministerial (servidora) y no una Eclesiología clerical.
El Papa Francisco, en diversas ocasiones, hizo críticas al clericalismo como uno de los males de la Iglesia. Cito sólo la última - hecha en tono coloquial - que es muy contundente y nos hace reflexionar seriamente sobre el asunto.
“El clericalismo es uno de los males, es uno de los males de la Iglesia. Pero es un mal ‘cómplice’, porque a los sacerdotes les agrada la tentación de clericalizar a los laicos; pero muchos laicos, de rodillas, piden ser clericalizados, porque es más cómodo, ¡es más cómodo! ¡Y esto es un pecado en un doble sentido! Debemos vencer esta tentación. El laico debe ser laico; bautizado, tiene la fuerza que viene de su Bautismo. Servidor, pero con su vocación laical, y esto no se vende, no se negocia, no se es cómplice con el otro... ¡No! ¡Yo soy así! Porque está en la identidad!, allí. Tantas veces escuché esto, en mi tierra: ‘Yo,  en mi parroquia, ¿sabe? tengo un laico valiosísimo; este hombre sabe organizar... Eminencia, ¿por qué no lo hacemos diácono?’. Es la propuesta del cura, inmediata: ¡clericalizar! A este laico hagámoslo... ¿Y por qué? ¿Por qué es más importante el diácono, el cura.  que el laico? ¡No! ¡Ese es el error! ¿Es un buen laico? Que continúe así y crezca así. Porque está en su identidad de pertenencia cristiana, allí. Para mí, el clericalismo impide el crecimiento del laico.
Pero tengan presente lo que yo dije: Es una tentación cómplice a dos manos. Porque no existiría el clericalismo si no existiesen laicos que quieren ser clericalizados. ¿Está claro esto?” (Ib.).
Las CEBs – en la enorme diversidad de sus expresiones, que es una riqueza - son la base de la Iglesia y la base de la Iglesia son los pobres. Por eso, en los Intereclesiales de las CEBs y otros Encuentros, se dice que las CEBs son “un modo nuevo y antiguo de ser Iglesia”, “un modo de ser de toda la Iglesia”, “un modo normal de ser Iglesia”. Por ser una Iglesia inserta, encarnada, se puede decir que las CEBs - con sus diferentes dones, carismas y ministerios - son “el modo evangélico de ser Iglesia”, son “el modo de ser Iglesia que Jesús quiere”.
La Buena Noticia del Reino de Dios, que la Iglesia - cumpliendo su misión- anuncia al mundo, está dirigida a todos y a todas, pero a partir de los pobres (a partir del “pesebre”). ¡Es el camino de Jesús de Nazaret! Por eso, parafraseando a Juan XXIII y a Francisco, puedo decir: “¡Cómo  me gustaría una Iglesia Pobre, para los Pobres, con los Pobres y de los Pobres!”.
Pido las luces del Espíritu Santo para la 52ª Asamblea General de la CNBB.


martes, 22 de abril de 2014

“El 70% de las comunidades están privadas de la Eucaristía dominical. La Iglesia es la responsable de esta situación". Entrevista especial a Paulo Suess

“El 70% de las comunidades están privadas de la Eucaristía dominical. La Iglesia es la responsable de esta situación".
Entrevista especial a Paulo Suess
(Traducción de Juan Ángel Dieuzeide – San Carlos de Bariloche – Argentina.-)

“Francisco sabe que no puede ser autor, director, coreógrafo y actor en la misma obra. Él sabe también que cada héroe necesita su villano. Si el villano es más fuerte que el héroe, la obra se convierte en tragedia”, anota el teólogo.

En compañía de Dom Erwin Kräutler, Paulo Suess acompañó la audiencia del  obispo de Xingu con el Papa Francisco, a principios de mes, en Roma. Con el objeto de llevar las causas importantes de la comunidad brasileña a Bergoglio, Paulo Suess se manifiesta entusiasmado con la visita, aunque critique la burocracia ceremonial de la ocasión.

Además de las demandas de los indígenas de la Amazônia, tema debatido ayer en la entrevista a D. Erwin KräutlerSuess llamó la atención sobre la responsabilidad de la Iglesia ante su comunidad eclesiástica. “La Iglesia, que es sacramento de vida, puede y debe asumir colectivamente la carencia de curas y sanarla colectivamente. Michel de Certeau, un jesuita francés, muy estimado por el Papa, habla de una ‘ruptura innovadora’ (rupture instauratrice) de vida nueva que nace de las ruinas. Podemos imaginar un grupo de viri probati (varones probados) que celebra en conjunto la Eucaristía”, sostiene. “La Iglesia los convoca y les encarga hacer comunitariamente lo que ninguno de ellos puede hacer solo. El vínculo con la comunidad y para la comunidad, al interior de una diócesis y parroquia, puede hacer de la Iglesia local una ‘comunidad de comunidades’”, complementa.

Paulo Suess nació en Alemania. Es doctor en Teología Fundamental con un trabajo sobre Catolicismo popular en Brasil. En 1987 fundó el curso de Posgrado en Misiología, en la Pontificia Facultad Nuestra Señora de la Asunción, en São Paulo, donde fue coordinador hasta fines de 2001. Recebió el título de Doctor honoris causa de las Universidades de Bamberg (Alemania, 1993) y Frankfurt (2004). Es asesor teológico del Consejo Indigenista Misionero –CIMI- y profesor en el ciclo de Posgrado en Misiología, en el Instituto Teológico de São Paulo – ITESP.-. Entre sus publicaciones, citamos Diccionario de Aparecida. 40 palavras-clave para una lectura pastoral del Documento de Aparecida (São Paulo: Paulus, 2007).

Concede la entrevista.

IHU On-Line - ¿Cómo fue la visita al Papa Francisco? ¿Cuáles son sus impresiones acerca de ese encuentro?

Paulo Suess - La visita fue el día 4 de abril, a pedido de D. Erwin Kräutler que, además de ser obispo de Altamira, también es Secretario de la Comisión para Amazônia, de la CNBB, y presidente del Consejo Indigenista Misionero – CIMI. Yo era solo un acompañante en el evento: una especie de papagayo de pirata. Para el ceremonial del Vaticano, esa distinción entre el titular de la audiencia y su acompañante era importante, a pesar de las tentativas de D. Erwin por dar un upgrade (relevancia) verbal de status al asesor teológico del CIMI. Al abrirse la puerta del Palacio Apostólico, yo ya sabía que estaría pocos segundos, quizá minutos, cara a cara con el Papa Francisco. Formalmente ocurrió todo según lo previsto en el protocolo y con la cronometría del sistema fordista (trabajo en serie): el Papa saluda al obispo, el obispo presenta al asesor, el Papa saluda al asesor, el asesor entrega un librito (“Diccionario de Aparecida”, en castellano) y un documento sobre la situación del 70% de comunidades sin Eucaristía dominical al interior de este país-continente, rápidamente comentados por el Papa. Todo acompañado por un frenético fotoshooting de profesionales que a la tarde venderán sus productos en un fotoshop, 8 euros por foto.

Agraciado con un rosario por el Papa (todavía tengo uno de Juan Pablo II); fui acompañado al portal por donde entré. Después de 15 minutos, se abrió el portal nuevamente, D. Erwin salió, y un grupo de obispos de  Mozambique entró. Al volver a Casa Santa Martha, donde nos hospedamos por dos días, comentamos la atención dispensada por el Papa Francisco y la exactitud fordista del ritual. Misión cumplida. Nuestras causas en la mesa del Papa. Nuestro corazón ardiente, en la “Alegría del Evangelio” (Evangelii gaudium).

IHU On-Line - ¿Cuáles fueron los asuntos centrales que trataron?
Paulo Suess - D. Erwin, presidente del CIMI por muchos mandatos, trató, obviamente, de la cuestión indígena, la omisión del gobierno en la demarcación de las tierras, los casos de violación de los derechos elementales conquistados por los pueblos indígenas y la situación, particularmente delicada, de los 90 grupos de pueblos indígenas que viven en situación de aislamiento, huyendo del contacto con la sociedad nacional (cf. sítio del CIMI). Como secretario de la Comisión para la Amazônia y con su experiencia de 40 años vividos en XinguD. Erwin es un testigo cualificad para hablar sobre la amenaza de vida que el modelo de desarrollo autoritario, con sus hidroeléctricas Belo Monte!), mineras y madereras, significa para la población local.

Yo le entregué un texto de dos páginas “Carencia Eucarística – Altares sin Celebrantes” y mi “Diccionario de Aparecida” (en castellano), que en la palabra “Eucaristía” recuerda la “Vª Conferencia de Aparecida”, de la cual el Papa, todavía obispo de Buenos Aires, participó, particularmente en la redacción del documento final: “Sin una participación activa en la celebración eucarística dominical y en las fiestas de precepto, no existirá un discípulo misionero maduro” (DAp 252).

IHU On-Line - ¿Podría comentar más detalles sobre el texto que le entregó al Papa sobre las comunidades sin Eucaristía dominical?

Paulo Suess - Después de 50 años de cura, de los cuales pasé diez en la Amazônia, me preocupa la situación del 70% de nuestras comunidades privadas de la Eucaristía dominical. En documentos oficiales, la Iglesia registra esa injusticia, acumulando lamentos, sin “conversión pastoral”. 

Aparecida lamenta: “El número insuficiente de sacerdotes y su no equitativa distribución imposibilitan que muchísimas comunidades puedan participar regularmente en la celebración de la Eucaristía. Recordando que la Eucaristía  hace a la Iglesia, nos preocupa la situación de miles de esas comunidades privadas de la Eucaristía dominical por largos períodos de tiempo” (DAp 100e). En su “Carta del Primer Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazônia legal”, del 2 de noviembre de 2013, también los obispos de la región lamentan: “Nos causa un profundo dolor ver a miles de nuestras comunidades excluidas de la Eucaristía dominical”. El Vaticano II, en el Decreto “Presbyterorum Ordinis”, es taxativo: “Ninguna comunidad cristiana se edifica sin tener su raíz y su centro en la celebración de la santísima Eucaristía, a partir de la cual, por tanto, debe comenzar toda la educación del espíritu comunitario” (PO 6).

La Iglesia es la responsable de esta situación. Ella debe hacer todo lo posible para que miles de comunidades, privadas del pan de cada día, no sean también privadas de la celebración del Sacramentum caritatis (SCa), de la celebración del amor, de la cruz y de la resurrección que vive cada día. El apóstol Pablo, misionero y fundador de muchas comunidades, nunca dejó una comunidad sin Eucaristía. Reclutó, de las propias comunidades, “presbíteros”, ancianos, con la incumbencia de celebrar la Eucaristía con la comunidad. Forma parte de la “ética pastoral” corregir esa evolución histórica que excluye a tantas comunidades de la Eucaristía dominical. Aunque no sea el motivo más fuerte para corregir ese malestar eclesial, la carencia sacramental es una invitación facilitadora para que francotiradores del campo religioso, con su palabra fundamentalista y sus promesas de prosperidad, invadan las comunidades católicas abandonadas.

La Iglesia, que es sacramento de vida, puede y debe asumir colectivamente esa carencia y sanarla colectivamente. Michel de Certeau, un jesuita francés, muy estimado por el Papa, habla de una “ruptura innovadora” (rupture instauratrice) de vida nueva que nace de las ruinas.

Podemos imaginar un grupo de viri probati que celebra en conjunto la Eucaristía. La Iglesia los convoca y les encarga hacer comunitariamente lo que ninguno de ellos puede hacer solo. El vínculo con la comunidad y para la comunidad, al interior de una diócesis y parroquia, puede hacer de la Iglesia local una “comunidad de comunidades”(DSD 58, DAp 99e, 309).

IHU On-Line - ¿Cómo fue la reacción del Papa?

Paulo Suess - Cuando hablé de las comunidades sin Eucaristía, el Papa respondió inmediatamente: “Yo les dije a los obispos en Río de Janeiro (JMJ). Ellos tienen que hacer propuestas audaces para que podamos enfrentar esa situación”. Me acordé del “Sínodo para América” (Roma, 1997), del cual participé como asesor teológico externo. En esa época, sentí de cerca que se desvirtuaba la idea del Sínodo, pensado y creado por Pablo VI para practicar la colegialidad y la subsidiariedad en la Iglesia. En los largos años del papado de Juan Pablo II, el  Sínodo se volvió un instrumento de confirmación de decisiones de la Curia Romana. Circuló, durante ese Sínodo de 1997, una lista de temas que los oradores tenían prohibido tocar, y si los tocaron, obviamente, su exposición no apareció en ninguna síntesis o documento final.

Con las palabras del Papa Francisco: “Los obispos tienen que hacer propuestas audaces”, entendí que en la Iglesia católica se acabó el tiempo de discursos y pensamientos prohibidos sobre materias pastoralmente relevantes. El  Papa Francisco nos está invitando a deconstruir con él el centralismo que hiere la colegialidad. Lo que el Papa les dijo a los obispos durante la Jornada Mundial de la Juventud - JMJ  - está en los discursos a los obispos brasileños y al Comité de Coordinación del CELAM. Todas las  Conferencias Episcopales Nacionales deberían dedicar días de estudio a esos textos preciosos: “Queridos Obispos, sacerdotes, religiosos y también ustedes, seminaristas, que se preparan para el ministerio, ¡tengan el coraje de ir contra la corriente!”.

De esta delegación de las propuestas de reformas a las regiones (¡principio de subsidiariedad!), en que se siente el dolor causado por la cristalización de estructuras caducas, emergen tres tareas: sentir nuevamente el dolor del pueblo de Dios, causad por estructuras rígidas y leyes complementarias distantes del Evangelio; reaprender el coraje pastoral por la escucha del pueblo; y hacer propuestas teológico-pastorales que puedan sustentar los cambios dentro de los límites de la “ruptura innovadora”, capaz, con todo, de romper con el continuismo de la autorreferencia que aisló a la Iglesia cada vez más.

Devemos também perguntar se questões fechadas pelo antecessor, como é o caso do sacerdócio da mulher, impossibilitam mudanças posteriores. Contra o “Roma locuta, causa finita”, caso exemplar da autorreferencialidade, deve-se ponderar que a salvação das “almas” é a lei suprema da Igreja.

IHU On-Line - En términos generales, ¿cuál ha sido la repercusión del papado de Francisco en Europa?
Paulo Suess - Con el Papa Francisco, América Latina “exportó” su versión más simpática, autónoma y emancipada del “bien vivir” a Roma y Europa. Digo eso para no idealizar al continente latinoamericano y a su Iglesia, como si ya hubiese superado toda forma de colonización y alienación. La Mafia existe no sólo en Sicilia. Ruiseñores y aves de rapiña se encuentran por todas partes. Con todo, con el Papa del fin del mundo, la Iglesia de América Latina, hasta ahora tratada con muchas sospechas, llegó a Roma con la posibilidad de mostrar los avances de una Iglesia testimonial con autoridad para proponer una pastoral a partir de las periferias. En el acierto de la elección de Jorge Mario Bergoglio hay factores geográficos, personales y providenciales. Después de una época de prohibiciones y olvidos, el  Papa Francisco representa el eslabón perdido entre el Vaticano II y la Iglesia contemporánea.

Francisco es un productor de signos intercontinentales que garantizan su liderazgo mundial y que explicitan sus opciones pastorales para el pueblo de Dios y el mundo, sin tener necesidad de recurrir al populismo o a la propaganda engañosa.

IHU On-Line - ¿Em qué temáticas específicamente considera que Francisco esté innovando y proponiendo nuevos rumbos a la Iglesia?

Paulo Suess - El recurso del Papa Francisco al Vaticano II, su capacidad de discernir entre lo esencial del Evangelio y las cargas eclesiales, su carisma de  comunicarse de una manera directa y sencilla con el pueblo y su mirada atenta a las periferias humanas crearon nuevas perspectivas de referencialidad eclesial.

Este papa vive la teología del pueblo de Dios co gran libertad (después de su elección, en la primera aparición pide la bendición del pueblo reunido en la Plaza San Pedro); incentiva la colegialidad (G8 de los cardenales, ida de la  Curia Romana, en ómnibus, a la casa de retiro); practica la pastoral del encuentro (bajó de los aposentos del Palacio Apostólico para vivir en la Casa Santa Martha); opta por una Iglesia pobre en medio de los pobres (opción por carros sencillos, viaje a  Lampedusa, medidas disciplinares contra obispos por ostentación de confort personal); enfatiza el método inductivo (cuestionario dirigido a las familias y comunidades para la preparación del Sínodo sobre la familia).

Para muchos funcionarios curiales y también para parte del episcopado mundial, el fenómeno Bergoglio es una “locura”. El que sale después de muchos años del calabozo necesita un buen tiempo para ver de nuevo la luz del día.
El día 6 de abril, asistí, con un grupo de brasileños con un cartel de la Campaña de la Fraternidade, al Angelus, en la Plaza San Pedro. Allá arriba, en la famosa ventana del Palacio Apostólico, que para Bergoglio es sólo un palco, no su habitación, el Papa-pastor y el pueblo en la Plaza se entienden. Pero los pisos intermedios están habitados por gente que hicieron carrera en ese edificio. Cuentan con la misericordia de Francisco, pero vacilan entre resistencia clandestina y adaptación.

IHU On-Line - ¿Cuál es su percepción sobre la recepción respecto del Sínodo Extraordinario para la Familia en Europa y en Brasil?
Paulo Suess - Creo que la recepción del  Sínodo acontece con cierto sincronismo  mundial. Las distintas “brigadas de pensamiento” atraviesan todas las geografías. Un sector de laicos y laicas comprometidos recibió los cuestionarios en la esperanza de que, finalmente, serán escuchados en Roma. Ya un párroco, en Alemania, me dirigió una pregunta retórica: “¿Será que ahora la verdad depende de encuestas de opinión?”. Por todas partes sentí cierta desconfianza de la base clerical o laical sobre los direccionamientos de esas propuestas. El miedo de que, nuevamente, se trate de una escucha simulada, para el cesto de basura, el grande. Conozco a un párroco brasileño que mandó registrar el sobre con las respuestas en la Nunciatura, temiendo que el obispo no las enviase correctamente. Con todo, considero un gran avance que el sínodo se aboque, en un primer momento, a aquello que el pueblo de Dios vive y pide.

Al mismo tiempo, el  Papa Francisco llamó al cardenal Walter Kasper, que durante el Consistorio Extraordinario, los días 20 y 21 de febrero de 2014, en Roma, habló sobre “El Evangelio de la Familia”. Nuevamente  se trata del método inductivo: el Papa pide que el pueblo opine sobre el tema del Sínodo: “Desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” y, concomitantemente, procura con los cardenales esclarecer las márgenes de la “ruptura innovadora”. Está desencadenado un proceso sinodal. El Consistorio Extraordinario está integrado en el Sínodo Extraordinario en que se encontrarán realidad pastoral y doctrina eclesial. Sólo un año después, por lo tanto en 2015, va a acontecer el Sínodo para tomar decisiones. El Papa Francisco muestra de una manera ejemplar lo que significa “comunión y participación” (Puebla, 1979), articulando colegialidad y pueblo de Dios, jerarquía de las verdades y pastoral, tradición y conversión pastoral.

IHU On-Line - ¿Cómo evalúa usted las resistencias internas que el Papa Francisco encuentra y cuál es su estrategia para responder?

Paulo Suess - Con los nuevos vientos de la costa argentina en Roma, no sólo  parte de la Curia Romana, también obispos, curas y agentes pastorales, no preparados para este cambio de clima, de Iglesias locales, se van a pescar un tremendo resfriado. Poner al Banco del Vaticano en orden, moralizar al sector corrupto de la Curia Romana  y simplificar rituales heredados desde la era del Emperador Constantino — hasta aquí, todo bien. Pero desinstalar a la Iglesija toda a través de la exigencia de una misionalidad programática (ad gentes) y paradigmática (toda pastoral es misionera), ese supuesto y real retorno a la era postapostólica tiene para muchos rasgos de u fundamentalismo anacrónico y causa el medo de pérdida de seguridades.

Otro sector eclesial tiene miedo de que el Papa no logre asegurar los cambios, simbólicamente apuntadas por medio de una restruturación eclesiológico-pastoral con los cuatro ejes de una Iglesia: programáticamente y paradigmáticamente misionera; pobre, para los pobres en  medio de los pobres; pueblo de Deus en marcha con real igualdad entre hombres y mujeres; y descentralizada y participativa.

Hasta ahora, los nombramientos del Papa muestran un rumbo; evitan, sin embargo, el favorecimiento de un pensamiento único. No es sólo a misericordia, muy enfatizada por  Francisco, sino también la prudencia pastoral que hace que el Papa no excluya a ningún sector del conjunto de las funciones eclesiales. Él confía en su carisma de convencimiento por la autenticidad y, en último caso, en su poder de bajar el martillo. Francisco sabe que no puede ser autor, director, coreógrafo y actor en la misma obra. Sabe también que cada héroe necesita su villano. Si el villano es más fuerte que el héroe, la obra se hace tragedia. Durante una vida larga, Francisco adquirió gracia y astucia suficientes para controlar a los villanos que lo rodean. Para el resto, él pede a sus visitantes constantemente: “¡Recen por mí!”.


sábado, 19 de abril de 2014

[Boff] ¿Podemos todavía sonreír en medio del miedo y la consternación de nuestros días? [BoffSemanal20140420]

¿Podemos todavía sonreír en medio del miedo y la consternación de nuestros días?

2014-04-20


En mi ya larga trayectoria teológica, desde el principio, en los años 69 del siglo pasado, han sido siempre centrales dos temas que representan singularidades propias del cristianismo: la concepción societaria de Dios (Trinidad) y la idea de la resurrección en la muerte. Si dejásemos fuera estos dos temas, no cambiaría casi nada en el cristianismo tradicional. Éste predica fundamentalmente el monoteísmo (un solo Dios) como si fuésemos judíos o musulmanes. Y en lugar de la resurrección prefirió el tema platónico de la inmortalidad del alma. Es una pérdida lamentable, porque dejamos de profesar algo especial, diría casi exclusivo del cristianismo, cargado de jovialidad, de esperanza y de un sentido innovador del futuro.

Dios no es la soledad del uno, terror de los filósofos y de los teólogos. Es la comunión de tres Únicos, que por ser únicos no son números sino un movimiento dinámico de relaciones entre diversos igualmente eternos e infinitos, relaciones tan íntimas y entrelazadas que impide que haya tres dioses, sino un solo Dios-amor-comunión-inter-retro-comunicación. El nuestro es un monoteísmo trinitario y no atrinitario o pre-trinitario. En esto nos distinguimos de los judíos y de los musulmanes y de otras tradiciones monoteístas.

Decir que Dios es relación y comunión de amor infinito y que de Él se derivan todas las cosas es permitirnos entender lo que la física cuántica viene afirmando desde hace ya casi un siglo: todo en el universo es relación, entrelazamiento de todos con todos, formando una red intrincadísima de conexiones que forman el único y mismo universo. Él es, efectivamente, a imagen y semejanza del Creador, fuente de interrelaciones infinitas entre diversos, que vienen bajo la representación de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta concepción quita el fundamento a todo y cualquier centralismo, monarquismo, autoritarismo y patriarcalismo, que encontraba en un único Dios y único Señor su justificación, como algunos teólogos críticos ya observaron. El Dios societario, proporciona, sin embargo, el soporte metafísico a todo tipo de socialidad, de participación y de democracia.

Pero como los predicadores por lo general no se refieren a la Trinidad, sino solo a Dios (solitario y único) se pierde una fuente de crítica, de creatividad y de transformaciones sociales en la línea de la democracia y de la participación abierta y sin fin.

Algo semejante ocurre con el tema de la resurrección. Esta constituye el núcleo central del cristianismo, su point d'honneur. Lo que volvió a reunir a la comunidad de los apóstoles después de la ejecución de Jesús de Nazaret en la cruz (todos estaban regresando, desesperanzados, a sus casas) fue el testimonio de las mujeres diciendo: "ese Jesús que fue muerto y sepultado vive y ha resucitado". La resurrección no es una especie de reanimación de un cadáver como el de Lázaro que luego acabó muriendo como todos, sino la revelación del novissimus Adam en la feliz expresión de Pablo: la irrupción del Adán definitivo, del ser humano nuevo, como si el fin bueno de todo el proceso de la antropogénesis y de la cosmogénesis se hubiese anticipado. Por lo tanto, una revolución en la evolución.

El cristianismo de los primeros tiempos vivía de esta fe en la resurrección resumida por san Pablo al decir: "Si Cristo no resucitó nuestra predicación es vacía y vana nuestra fe" (1Cor 15,14). En tal caso sería mejor pensar: "comamos y bebamos porque mañana moriremos" (15,22). Pero si Jesús resucitó, todo cambia. Nosotros también vamos a resucitar, pues él es el primero entre muchos hermanos y hermanas, "las primicias de los que murieron" (1Cor 15,20). En otras palabras, y esto vale contra todos los que nos dicen que somos seres-para-la-muerte, nosotros morimos, sí, pero morimos para resucitar, para dar un salto hacia el término de la evolución y anticiparla en el aquí y el ahora de nuestra temporalidad.

No conozco ningún mensaje más esperanzador que este. Los cristianos deberían anunciarlo y vivirlo en todas partes. Pero lo dejan de lado y se quedan con el anuncio platónico de la inmortalidad del alma. Otros, como ya observaba irónicamente Nietzsche, son tristes y taciturnos como si no hubiese redención ni resurrección. El Papa Francisco dice que son "cristianos de cuaresma sin resurrección", con "cara de funeral", tan tristes que parece que van a su propio entierro.

Cuando alguien muere, llega para esa persona el fin del mundo. En ese momento, en la muerte, es cuando sucede la resurrección: inaugura el tiempo sin tiempo, la eternidad bienaventurada.
En una época como la nuestra, de desagregación general de las relaciones sociales y de amenazas de devastación de la vida en sus diferentes formas y hasta con peligro de desaparición de nuestra especie humana, vale la pena apostar por estas dos iluminaciones: Que Dios es comunión de tres que son relación de amor, y que la vida no está destinada a la muerte personal y colectiva sino a más vida todavía. Los cristianos apuntan hacia una anticipación de esta apuesta: el Crucificado que fue Transfigurado. Guarda las señales de su paso doloroso entre nosotros, las marcas de la tortura y de la crucifixión, pero, ahora transfigurado, las potencialidades de lo humano escondidas en él se realizaron plenamente. Por eso lo anunciamos como el ser nuevo entre nosotros.

La Pascua no quiere celebrar otra cosa que está feliz realidad que nos concede sonreír y mirar el futuro sin miedo ni pesimismo
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