jueves, 22 de julio de 2010

Cómo hacer la transición del viejo al nuevo paradigma

Cómo hacer la transición del viejo al nuevo paradigma
Leonardo Boff, teólogo
Koinonía, 17 de Julio de 2010

Damos por ya realizada la demolición crítica del sistema de consumo y de producción capitalista junto con la cultura materialista que lo acompaña. O lo superamos históricamente o pondrá en gran riesgo a la especie humana.

La solución para la crisis no puede venir del propio sistema que la ha provocado. Como decía Einstein: «el pensamiento que creó el problema no puede ser el mismo que lo solucionará». Estamos obligados a pensar diferente si queremos tener futuro para nosotros y para la biosfera. Por más que se agraven las crisis, como en la zona euro, la voracidad especulativa no remite.

Lo dramático de nuestra situación reside en el hecho de que
no tenemos ninguna alternativa suficientemente vigorosa y elaborada que venga a sustituir el sistema actual. No por eso debemos desistir del sueño de otro mundo posible y necesario. La sensación que vivenciamos ha sido bien expresada por el pensador italiano Antonio Gramsci: «lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no consigue nacer».

Pero por todas partes en el mundo hay una amplia siembra de alternativas, de estilos nuevos de convivencia, de formas diferentes de producción y de consumo. Se proyectan sueños de otro tipo de geosociedad, poniendo en actividad a muchos grupos y movimientos, con la esperanza de que algo nuevo podrá brotar desde dentro del viejo sistema en erosión. Este movimiento mundial gana visibilidad en los Foros Sociales Mundiales y recientemente en la Cúpula de los Pueblos por los derechos de la Madre Tierra, realizada en abril de 2010 en Cochabamba (Bolivia).

La historia no es lineal. Se hace por rupturas provocadas por la acumulación de energías, de ideas y de proyectos que en un momento dado introducen una ruptura y entonces lo nuevo irrumpe con vigor suficiente para alcanzar hegemonía sobre todas las otras fuerzas. Se instaura entonces otro tiempo y una nueva historia comienza.

Mientras esto no suceda, tenemos que ser realistas. Por una parte, debemos buscar alternativas para no quedar rehenes del viejo sistema, y por la otra, estamos obligados a estar dentro de él, a seguir produciendo, no obstante las contradicciones, para atender las demandas humanas. En caso contrario, no evitaríamos un colapso colectivo con efectos dramáticos.

Debemos, por lo tanto, andar sobre las dos piernas: una apoyada en el suelo del viejo sistema y la otra, en el suelo nuevo, dando énfasis a este último. El gran desafío es cómo procesar la transición entre un sistema consumista que estresa a la naturaleza y sacrifica a las personas y un sistema de sostenimiento de toda vida en armonía con la Madre Tierra, con respeto a los límites de cada ecosistema y con una distribución equitativa de los bienes naturales e industriales que hemos producido. Intercambiando ideas en Cochabamba con el conocido sociólogo belga François Houtart, uno de los buenos observadores de las actuales transformaciones, convergimos en estos puntos para la transición de lo viejo a lo nuevo.

Nuestros países del Sur deben
en primer lugar luchar, aun dentro del sistema vigente, por normas ecológicas y regulaciones que preserven lo más posible los bienes y los servicios naturales o traten su utilización de forma socialmente responsable.

En segundo lugar, los países del gran Sur, especialmente Brasil,
no deben aceptar ser reducidos a meros exportadores de materias primas, sino incorporar tecnologías que den valor añadido a sus productos, crear innovaciones tecnológicas y orientar su economía hacia el mercado interno.

En tercer lugar, que
exijan a los países importadores que contaminen lo menos posible y que contribuyan financieramente a la preservación y regeneración ecológica de los bienes naturales que importan.

En cuarto lugar, que consigan una legislación ambiental internacional más rigurosa para los que menos respetan los preceptos de una producción ecológicamente sostenible, socialmente justa, los que relajan la adaptación y la mitigación de los efectos del calentamiento global e introducen medidas proteccionistas en sus economías.

Lo más importante de todo, sin embargo, es formar una coalición de fuerzas a partir de gobiernos, instituciones, iglesias, centros de investigación y de pensamiento, movimientos sociales, ONGs y todo tipo de personas en torno a valores y principios colectivamente compartidos, bien expresados en la Carta de la Tierra, en la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra o en la Declaración Universal del Bien Común de la Tierra y de la Humanidad (texto básico del incipiente proyecto de reinvención de la ONU) y en el Vivir Bien de las culturas originarias de las Américas.

De estos valores y principios se espera la creación de instituciones globales y, quien sabe, la organización de una gobernanza planetaria que tenga como propósito preservar la integridad y vitalidad de la Madre Tierra, garantizar las condiciones del sistema-vida, erradicar el hambre y las enfermedades prevenibles, y forjar las condiciones para una paz duradera entre los pueblos y con la Madre Tierra.

viernes, 9 de julio de 2010

Volver a las cebs

Un recuerdo de lo que se comentaba en Ecuador en la víspera de la V CELAM de Aparecida

Volver a las comunidades eclesiales de base /
Martes 27 de marzo de 2007

Volver a las comunidades eclesiales de base debe ser una exigencia en la V Conferencia del CELAM, no tanto para resignificar o replantear la doctrina o el evangelio, sino para “vivir el evangelio”, sostuvo Carmita Coronado en el programa radial “Buenas nuevas en buenas ondas”.

Dijo que el sentido de las comunidades eclesiales no sólo significa revivir las experiencias de los primeros cristianos, sino fundamentalmente “volver o recoger esas experiencias que son las raíces, los fundamentos de un verdadero vivir cristiano”.

Volver a la comunidad, ser comunidad, ser discípulos y misioneros en una época de cuestionamientos, de crisis fuerte como en la iglesia católica es un desafío de hoy, para todo cristiano, señaló.

Carmita Coronado es responsable nacional de la Catequesis de la Conferencia Episcopal del Ecuador y directora de la carrera de Teología y Pastoral en la Universidad Salesiana del Ecuador.

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5 Mensajes del foro
Volver a las comunidades eclesiales de base
7 de abril de 2007, por Ricardo Calle

Pienso que la gran misión que se iniciará en latinoamerica luego del V CELAM debe ser volver a trabajar por la CEB. Allí es el lugar donde las familias pueden sentirse "Iglesia: Pueblo de DIos" (CVII . LG). Oremos para que los obispos con la ayuda del Esíritu Santo puedan discernir los signos de los tiempos y luego de discernir apuesten nuevamente por las CEB.

"Acudían a la enseñnanza, a la fracción del pan, ..no había entre ellos ningún necesitado" (hechos de los apóstoles) ese debería ser la motivación de todos cristiano para promover las CEB y decir com Jesús antes de ir al Padre: "Que todos sean uno".

Finalmente las CEB´s son el espacio más propicio para poder vivir la espiritualidad de comunión, tal como Juan Pablo II nos lo digo en NMI 43.
Gracias

COMUNION Y AUTONOMIA EN LA IGLESIA DE JESUS

COMUNIÓN Y AUTONOMÍA EN LA IGLESIA DE JESUS
JOSE SANCHEZ SANCHEZ PBRO.
1 de Julio de 2010


En varias ocasiones y lugares he escuchado comentarios de que las Cebs. no son Iglesia por no estar articuladas a la parroquia y a la diócesis, por tener una articulación que va más allá de la parroquia y la diócesis o porque no están en comunión con los pastores. ¿Se puede afirmar que no están en comunión con la iglesia, por no estar en comunión con los pastores, si son rechazadas por ellos y no les permiten articularse con la parroquia o con la diócesis? ¿Qué es la comunión en la iglesia y de las Iglesias? ¿La autonomía y la comunión están en contraposición, es decir, si vives la autonomía no vives la comunión y viceversa?

Quiero en el presente artículo reflexionar en primer lugar sobre la comunión, posteriormente sobre la autonomía en la Iglesia particular, y en tercer lugar, sobre la Comunidad Eclesial de base, Iglesia que vive la comunión y la autonomía.


1.- LA IGLESIA MISTERIO DE COMUNIÓN.

La comunión es una dimensión fundamental de la Iglesia de Jesús. Es su rostro visible. Muchos por ella, se encuentran con Jesús. Jesús pidió al Padre que sus discípulos y discípulas sean uno como El y el Padre son uno para que el mundo creyera que él es el enviado (Cf. Jn 17 21). La comunión es el camino que conduce a la fe en Jesús. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que los primeros abrazaban la fe, vivían unidos y compartían el pan en las casas, que poseían todo en común y se ganaban así el aprecio de las personas (Cf. Hech 2 47). La comunión es uno de los 5 elementos constitutivos de la Iglesia. Estando en la etapa de relanzamiento de las Cebs., es importante reflexionar sobre el tema.

La iglesia es misterio de porque es la expresión visible de la comunión de la Trinidad. “Así toda la Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). El fundamento de la comunión de la iglesia es la Trinidad misma. El misterio de la iglesia surge del ser comunitario, trinitario de Dios. La iglesia es el sacramento de la Trinidad, donde está la iglesia, ahí está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Tertuliano).

El Espíritu Santo es el principio invisible de la Iglesia; Él une a la iglesia y la comunión es don suyo; pero es también tarea humana, porque en la medida que los miembros de la iglesia derriban todo muro de egoísmo y de división, de intransigencia o discriminación, se abren a la obra del Espíritu Santo y colaboran a la unidad de la Iglesia. El Espíritu Santo es el agente de la comunión y los miembros de la Iglesia son el sujeto. El Espíritu es el don de Cristo resucitado, que vive en la iglesia y que actúa en y a través de ella. Si se deja guiar por el Espíritu construye la comunidad de amor, colabora a edificar un mundo de paz y de unidad.

La comunión tiene elementos, que la manifiestan y la refuerzan:

1. La Misión. Compartir la misión de servir al Reino de Dios al estilo de Jesús, crea la comunión. Este es un elemento central, falla éste, falla la comunión. Puede estar la Iglesia organizada, pero si no construye el Reino, no está en comunión ni en ella, ni con las demás Iglesias.

2. El compartir los bienes. Para san Lucas, la comunión consiste en tener bienes en común, en compartirlos de una manera desinteresada. Este es la razón por la que, en los sumarios de la Iglesia de Jerusalén, se dice que “En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo y nadie consideraba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en común las cosas” (Hech 4,32). Esta es la razón por la que “No había entre ellos necesitados, porque todos los que tenían bienes o casas los vendía, llevaban el precio de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según sus necesidades” (Hech 4, 34-35). A Bernabé es ejemplo porque vendió su campo y el dinero lo puso en manos de los apóstoles (Cf. Hech 4, 35-37). En cambio, Ananías y su esposa Safira son ejemplo de lo que no se debe hacer, querer engañar al Espíritu Santo, no queriendo compartir todo en lo que habían vendido su propiedad (Hech 5, 1-11).

San Pablo invita a los cristianos de Corinto a ser generosos en la colecta de la que ellos mismos tomaron la iniciativa y a la que invitaron a las comunidades de Macedonia. Esa acción es como un acto de culto, es decir, una acción litúrgica que glorificará a Dios y dará oportunidad para que los que serán beneficiados con ella, también glorifiquen a Dios (Cf. 2Cor 9,12-14).

3. La Fracción del Pan, memorial de la muerte y resurrección del Señor Jesús, quien en la última cena con sus discípulos, haciendo una síntesis de todas las comidas que había celebrado durante su vida, da su Cuerpo que será entregado y da a beber del cáliz de su sangre que será derramada por todos (Cf. Lc 22, 19-20). Luego dice: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19). Jesús no únicamente pide que se repita esta acción litúrgica, sino que pide que su gesto de entregarse sus discípulos lo repitan para que se acuerden de él y se haga presente. La participación en la Eucaristía nos hace un cuerpo, porque todos participamos de un único pan que es el Cuerpo de Cristo. “Pues si el pan es uno solo y todos compartimos ese único pan, todos formamos un solo cuerpo” (1Cor 10, 17). Es por esto que la Eucaristía hace la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía, que refuerza los lazos de comunión. Cuando la comunidad no vive la comunión, no celebra dignamente la Cena del Señor. La celebración de la “Fracción del Pan” manifiesta y refuerza los lazos de comunión de la comunidad celebrante .

4. Los servicios y ministerios son otro signo eficaz - cuasi-sacramento - de la comunión. Los ministerios son carismas dados por el Espíritu Santo para el bien de la comunidad (Cf. 1Cor, 12). El Espíritu es quien los da, y como es uno, una es la fuente de los ministerios, por tanto, son fuente de unidad en la Iglesia. Cada ministerio, es como un miembro del cuerpo eclesial, y cuando se ejerce en bien de la iglesia, ésta vive la unidad del Cuerpo de Cristo. Estos servicios no son únicamente para el servicio de la Iglesia, sino también para el mundo, donde acontece también el Reino de Dios.

5. Las oraciones y las convivencias. La alegría en el convivir crea lazos de comunión y los refuerza. Así san Lucas dice que los primeros cristianos “Partían el pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón” (Hech 2,46).

6. Los intercambios de experiencias entre las comunidades. Son espacios de formación y de apoyo mutuo, porque de ellos aprende la comunidad, tanto de lo positivo como de lo negativo.

7. La pobreza es una condición indispensable para vivir la comunión. Sólo quien se siente necesitado de otros, es capaz de vivir la comunión. Esta es la razón por la que Dios reveló a los sencillos los misterios del Reino y los ocultó a los sabios (Cf. Mt 11,25).

La comunión eclesial tiene además dos dimensiones: 1.- La horizontal, es decir, la comunión de los miembros de la Iglesia entre sí, que se puede llamar articulación, y la comunión con otras Iglesias. Los pastores viven y promueven la comunión de las iglesias que presiden, así viven la colegialidad. La comunión de la iglesia y de las Iglesias es más amplia que la colegialidad, por tanto, la comunión es fundamento de la colegialidad y el espacio en el que se vive. Si se rompe la comunión, desaparece la colegialidad. Si se rompe la colegialidad, sufre la comunión eclesial 2.- La vertical: es decir, la comunión de las Iglesias con las Iglesias primitivas, el vivir su estilo, sus valores, el compartir la Misión, es lo que se llama apostolicidad de la iglesia. Los pastores son los responsables de que en su comunidad se viva la apostolicidad, por eso son la columna vertebral de la apostolicidad, viven la sucesión apostólica. El consejo comunitario o equipo coordinador de la Ceb vive por delegación la sucesión apostólica, ya que es su pastor.

La comunión de la Iglesia es por identidad y no por agregación. Las iglesias particulares viven la comunión por descubrir en otras comunidades los mismos elementos fundamentales que la constituyen a ella misma; al descubrirlo, se identifica con las otras comunidades y vive la comunión.


2.- LA AUTONOMÍA DE LA IGLESIA PARTICULAR.

La Iglesia de Jesús es la comunión de Iglesias particulares o locales. El Concilio Vaticano II aclaró la particularidad de las Iglesias locales cuando afirma: “Por su parte, los Obispos son, individualmente, el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares, formadas a imagen de la iglesia universal, en las cuales, y a base de las cuales, se constituye la Iglesia católica, una y única” (LG 23.) Por la comunión de las Iglesias se constituye la iglesia universal y en cada una de ellas, se expresa, subsiste la Iglesia de Cristo. Si las Iglesias no son independientes, porque viven en comunión, tampoco son dependientes, como si fueran parte de un todo, ya que cada una de ellas es Iglesia de Jesús.

La Iglesia particular no es parte de una Iglesia más amplia, la universal ya que una parte siempre añade algo nuevo al todo. En cambio la comunidad eclesial, aunque sea pequeña y viva en la dispersión, es Iglesia por poseer los elementos fundamentales de la misma (LG 26). La Iglesia particular tampoco es sucursal de la Iglesia universal, porque ella misma es Iglesia, en ella subsiste la Iglesia de Jesús. Cada iglesia particular es la Iglesia toda aunque no toda la Iglesia. Es por esto, que tiene una autonomía, no independencia, con respecto a las otras Iglesias. La autonomía se funda en el carácter local y particular de la Iglesia. Por autonomía se entiende la libertad en el gobierno y organización pastoral de las Iglesias particulares.

Los elementos que expresan y fundamentan la autonomía son entre otros:

1. El contexto socio-cultural en el que vive. Este determina las características de las iglesias locales, que se inculturan en la realidad en la que peregrinan. Ninguna Iglesia es igual a la otra, es la misma Iglesia, pero con características diferentes.

2. Por estar inmersa en el contexto socio-cultural la reflexión de fe que se hace es distinta, el contexto marca la búsqueda de la presencia salvadora de Dios y por tanto, la concepción de Él y su obra. Cada Iglesia particular o local tiene su propia reflexión de fe y su propio magisterio.

3. La organización pastoral para responder a la problemática que se vive. La pastoral, si es adecuada, parte de la realidad, que es distinta en cada contexto. De ahí que los planes pastorales y las estructuras pastorales se diferencian de una iglesia a otra.

4. El Pastor, que es el principio visible de la unidad de la Iglesia, es pastor propio de cada una de ellas. Coordina la Iglesia no en nombre de otro, sino en nombre de Cristo, que es el Pastor de pastores.

La Iglesia particular tiene tres niveles. En cada uno de estos niveles acontece, subsiste el misterio de la Iglesia de Jesús:

1.- La Diócesis, a la que el Concilio Vaticano II da mucha importancia. El Concilio Vaticano I centró la Iglesia en el Papa y por tanto en la Iglesia universal; el Vat. II la centró en el Obispos y en la Diócesis. Las Conferencias episcopales de América Latina intuyeron otro modelo y nivel de Iglesia: la Comunidad Eclesial de Base, pero la reflexión de su magisterio no ha llegado a profundizar estos elementos constitutivos de la Cebs.

2.- La Parroquia, a la que el Vaticano II, llama “porción” (Cf. SC 42), “célula” de la Iglesia local (Cf. AA 10), lo que significa que los obispos le reconocen ser un nivel de Iglesia.

3.- La Comunidad eclesial de base, que es la Iglesia de Jesús, en su dimensión menor, es Iglesia ahí donde el pueblo se juega la vida. Medellín la llama “célula inicial de estructuración eclesial” (Med 15). En su último documento los Obispos de Brasil sobre las Cebs. (12 de Mayo del 2010) afirman que las Cebs. son Iglesia. “En su ya madura experiencia, las CEBs quieren ser Iglesia como lo deseó el Concilio Vaticano II: una Iglesia toda ministerial al servicio del Reino de Dios” .

Las Cebs. son Iglesia particular, en el nivel menor. Es el nivel de base de la iglesia. Ser Iglesia es su carnet de identidad eclesial. Es por esto que se esfuerzan por vivir los 5 elementos constitutivos de la Iglesia.

Ellas están llamadas a vivir los elementos constitutivos de la Iglesia, por lo que su identidad eclesial es ser Iglesia Sacramento, no carisma comunitario de la Iglesia como son los movimientos eclesiales o las asociaciones piadosas (Cf. DA 311,312). Esto nos lleva a afirmar de las Cebs. lo que se afirma de la Iglesia.


3.- LA CEB, POR SER IGLESIA DE JESÚS, VIVE LA AUTONOMÍA Y LA COMUNIÓN.
Por ser Iglesia, las Cebs. viven la comunión y la autonomía. La comunión-articulación entre las Cebs. y con los otros niveles de Iglesia es fundamental en su ser de Iglesia. Por la autonomía cada Ceb tiene la libertad de organizarse pastoralmente de modo distinto. Ambas se interrelacionan: por la comunión, la autonomía no se convierte en independencia y por la autonomía, la comunión no llega a ser confusión.

Una Ceb si trabaja para que el Reino de Dios acontezca en ella y a través de ella, en el mundo y está en comunión con otras Cebs., no está fuera de la comunión de la Iglesia. Quizás no pueda estar en comunión con el nivel de Iglesia inmediato y más próximo- su parroquia, su diócesis - pero estando articulada a otras Iglesias, vive la comunión. Si es rechazada por los pastores inmediatos – los de su parroquia o diócesis - , no se le puede acusar de no vivir la comunión con la iglesia, si está al servicio del Reino y en comunión con otras Iglesias y con otros pastores; por tanto, no pueden sentirse, ni ser acusadas de ser un movimiento eclesial o de estar fuera de la comunión. El servicio al Reino y la comunión con otras comunidades o pastores son los elementos de su comunión eclesial. Los pastores que acompañan el proceso de las Cebs., se articulan entre sí, para ser promotores de comunión y poder vivir la colegialidad, que se da no únicamente entre los obispos, sino también entre quienes las asesoran y las presiden.

Tener claro esto, anima a buscar vivir la identidad eclesial y a vencer el desánimo por ser rechazadas y combatidas.

JOSE SANCHEZ SANCHEZ PBRO.