lunes, 22 de septiembre de 2008

LAS CEB DESDE APARECIDA



Las promovidas, marginadas y ahora mencionadas, pero todavía lejanas



§ Se ha desarrollado el ministerio de animador de pequeñas comunidades y CEB: 99-c
§ Se constata en algunos lugares un florecimiento de las CEB: 99-e
§ Renovación de la Parroquia: una red de comunidades y grupos, articulados y en comunión: 172
§ Espacio privilegiado de comunión, evangelización y liberación: 178-180
§ Los destinatarios preferenciales de las CEB son los alejados y los pobres: 179
§ Incorporándose a la pastoral diocesana son signo de vitalidad: 179
§ Contribuyen a que las Parroquias sean una comunidad de comunidades: 179
§ Junto con las CEB, existen otras válidas formas de pequeñas comunidades: 180
§ Reconocimiento a los animadores de comunidades, entre otros: 211
§ Son medio privilegiado para llegar a todos los bautizados: 307
§ Las PC son un medio privilegiado para vivir la espiritualidad de comunión: 307
§ Necesarias en una cultura secularizada y hostil a la Iglesia: 308
§ Hacen de la parroquia una “comunidad de comunidades”: 309
§ Es preciso establecer más pequeñas comunidades en el Continente: 310
§ Las PC son un canal para llegar a los Alejados de la Iglesia: 310
§ Las comunidades primitivas son modelo para nuestra renovación eclesial: 369
§ Las comunidades primitivas evangelizaron de acuerdo a las culturas y circunstancias: 369
§ Para ser fieles a Cristo es necesario sectorizar y establecer pequeñas comunidades: 372
§ Que la pastoral urbana convierta a las parroquias en comunidades de comunidades: 517-e

Documento de Aparecida

martes, 26 de agosto de 2008

¿QUÉ PASA EN LA IGLESIA?

¿QUÉ PASA EN LA IGLESIA?
Xavier Alegre, Josep Giménez,
José Ignacio González Faus, Josep M. Rambla

Estos teólogos europeos hacen un diagnóstico de la Iglesia de Europa, en particular de España. Nosotros estamos en "otro mundo" pero nos puede servir esta reflexión para nuestras tierras latinoamericanas. Concluyen que en la Iglesia de ahora vivimos con "cinco llagas":

1. No ser Iglesia de los pobres
2. Jerarcocentrismo
3. Del jerarcocentrismo al eclesiocentrismo institucional
4. De ahí al romanocentrismo: infidelidad ecuménica
5. Helenocentrismo: Problema hermenéutico y necesidad de unanueva inculturación del cristianimo en el mundo moderno

Así empieza la introducción:

INTRODUCCIÓN: SÍNTOMAS PREOCUPANTES

Desde hace años, se ha ido instalando en la conciencia de nuestra sociedad la percepción de una profunda crisis en la Iglesia católica. Para unos, estamos ya en la agonía del cristianismo. Para otros, se trata de lo que ha ido calificándose como involución, “invierno eclesial” (K. Rahner), “retorno a los bastiones”1, golpe de estado de los llamados “teocons” o, con la castiza expresión teresiana: “tiempos recios”.

Prueba visible de esta crisis son, no los conflictos y descontentos internos, sino la tácita y multitudinaria defección de numerosos bautizados. Al redactar estas líneas, leemos el dato (que no podemos confirmar) de que “la fuga de católicos de su Iglesia (es) un uno por ciento anual”2. A eso se añade el hecho de que muchos hijos “pródigos”, perdidos tras una deriva de alejamiento, añoran algún tipo de alimento espiritual y se ponen a buscar pero, de entrada, descartan a la Iglesia católica como lugar de búsqueda. Según un reciente estudio de Demoscopia, la Iglesia es una de las instituciones menos valoradas en España: puntúa un 4'4, por debajo del parlamento y de los empresarios (que superan ligeramente el 5)3. En 1984, la Iglesia había obtenido un 5, de modo que también ahí se refleja un deterioro.

El objetivo de este Cuaderno
Estos son los datos; no tendría sentido ignorarlos o negarlos con políticas de avestruz. Al afrontar esta situación, no pretendemos que nosotros lo haríamos mejor (seguramente no). Sólo quisiéramos que toda la institución tenga la humildad de preguntarse si estaremos haciendo algo mal, en lugar de creer que esas encuestas obedecen sólo a afanes persecutorios. De hecho, la Iglesia española tiene hoy miembros de gran generosidad y de mayor calidad cristiana que los católicos sociológicos de la época de la dictadura. Esos cristianos admirables se merecen una institución mejor. Y para esto casi bastaría con que se dé mas cabida a todas las tendencias que existen en la Iglesia, sin pretender imponer una sola como la verdaderamente católica, desautorizando a todas las demás.

Al hacer este diagnóstico, no damos carácter de síntoma a la pésima imagen que suelen dar de la Iglesia los medios de comunicación, los cuales, por lo general, sólo hablan de ella para comentar algún escándalo (preferentemente de índole sexual o, si no, de carácter económico, o de reales o supuestas peleas internas). Esta pobre imagen es sólo espuma, con menos entidad del espacio que ocupa. Y ello es así unas veces por aquella regla clásica del periodismo de que sólo es noticia lo estrambótico; y otras por el dato más serio de que –por mucho que lo nieguen– los medios están en realidad al servicio del dinero y no de la verdad. Pero este detalle es ahora poco significante.

Más sintomático es, en cambio, el modo de reaccionar la Iglesia ante las críticas que recibe: una reacción siempre defensiva, que la lleva a considerarse injustamente atacada o perseguida, sin parar ni un minuto a preguntarse si habrá hecho algo mal o habrá dado algún pie a esas críticas enconadas. Incluso, los medios, emisoras o redes de comunicación en propiedad de la Iglesia parecen hablar única y exclusivamente “pro domo sua” (si se nos permite la clásica expresión ciceroniana), más que para informar objetivamente. Esta incapacidad de recibir serenamente la crítica y examinarse ante su Señor, nos parece la mayor señal de la crisis. Y lleva a que, cuando la crisis se reconoce, sea sólo para echar toda la culpa de ella a la maldad del mundo exterior, y añorar en silencio una antigua situación de poder eclesial y de cristiandad.

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Si gustan pueden bajar el documento completo en el siguiente vínculo:

http://documents.scribd.com/docs/dqjm8qkwlfpufjgypl.pdf

miércoles, 30 de julio de 2008

LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE

UNA REFLEXIÓN DESDE APARECIDA Y EL PLAN DIOCESANO

2008-07-30


Se mencionan en Aparecida y en el Plan Diocesano

Dos apariciones importantes han tenido últimamente las CEB en nuestro territorio latinoamericano y diocesano. Aparecen en nuestro Plan Diocesano de Pastoral 2006-2010 como un fruto, entre otros, de las misiones parroquiales. Y aparecen con gran fuerza en el Documento Conclusivo de la V CELAM de Aparecida.

El Objetivo General del Plan Diocesano de Monterrey nos pide a todos que:
1. “podamos transformar todas las dimensiones de la vida humana, saliendo al encuentro de los alejados y marginados” (38).
2. Nos señala el camino en la siguiente línea de acción: “Asumir la espiritualidad de Comunión como fuerza que apoya el trabajo pastoral en comunión y participación eclesial.” (311)
3. Y como indicador de logro se menciona el “Incremento de grupos/ movimientos/ comunidades eclesiales de base como fruto de las misiones parroquiales: 10 % anual” (316)

Pero todavía lejanas

Las CEB fueron promovidas en Latinoamérica, sobre todo como seguimiento del Concilio Vaticano II; luego fueron de alguna manera marginadas; pero ahora han sido de nuevo mencionadas en Aparecida. Se constata –dicen los Obispos- que en algunos lugares han florecido (DAP 99-e), y se ha desarrollado el ministerio de animador de pequeñas comunidades y CEB (99-c). Es más, les reconocen y animan su labor de animadores (211). Sin embargo, las CEB son un espacio eclesial y comunitario todavía muy lejano de nuestras parroquias.

Aparecida nos invita a una Renovación Eclesial


Los Obispos de Latinoamérica nos invitaban a una renovación eclesial en lo espiritual, pastoral e institucional (DAP 367). Esto se debe a que algunas o muchas de nuestras estructuras y métodos pastorales no han funcionado. Significa que habrá que renovar la Parroquia para que se convierta en una red de comunidades y grupos, articulados y en comunión (172). Las comunidades primitivas, que evangelizaron de acuerdo a las culturas y circunstancias, son modelo para nuestra renovación eclesial (369).

Las CEB son una oportunidad pastoral

Las Comunidades Eclesiales de Base son un espacio privilegiado para vivir la comunión, la evangelización y la liberación (DAP 178-180; 307). Hacen de la Parroquia una “comunidad de comunidades” (309; 179). Son un medio privilegiado para llegar a todos los bautizados (307); son un canal para llegar a los Alejados de la Iglesia (310). De hecho, los Alejados y Pobres son sus destinatarios principales (179). Es decir, se favorece mucho la vida familiar y comunitaria, tan urgentes en una cultura dominada por el individualismo. Tan necesarias son las CEB que los Obispos las ponen como una necesidad en los sectores de la parroquia si queremos ser fieles a Cristo (372 y 310). Más necesarias en una cultura secularizada y hostil a la Iglesia (308). Exhortan los Obispos a que la pastoral urbana convierta a las parroquias en comunidades de comunidades (517-e).

Hacia una Misión Permanente

Para favorecer las CEB es necesario ser primero Discípulos dispuestos a seguir a Jesús y correr su misma suerte (DAP 131), que aprenden y practican las bienaventuranzas (139), que son pobres para servir al pobre (540). Discípulos que están conscientes de la necesidad de una sólida formación que ayude al diálogo y, con el debido acompañamiento de la Iglesia, a la transformación social (212 y 283). Los Rasgos del discípulo son: que Jesucristo sea su centro, familiarizado con la Palabra, la Confesión y la Eucaristía; se inserte en la comunidad eclesial y social; solidario y misionero (292). No hay nuevas estructuras si no hay hombres y mujeres nuevas (538).

Luego, es necesario estar conscientes de que son Misioneros, es decir, Pueblo de Dios que sale al encuentro de los alejados y marginados (164). Conscientes de que a Jesucristo lo encontramos en la Palabra y en los Sacramentos, pero también en los Necesitados y en la Vida Comunitaria (142). Conscientes de que la santidad misionera se vive en el mundo (148); conscientes de que su misión propia y específica es transformar el mundo en estructuras justas (210). Son llamados a defender la vida, los derechos humanos y acompañar a los más débiles (394); llamados a hacer visible el amor misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores (147).

Y finalmente un Pueblo de Dios presente y organizado en todos los Sectores de la Parroquia. Elaborando y ejecutando Programas Pastorales (213). Pueblo de Dios en Misión Permanente.

Otras Pequeñas Comunidades

Tanto en el Plan Diocesano de Pastoral como en el Documento de Aparecida, además de las CEB también se mencionan otras válidas formas de Pequeñas Comunidades, e incluso redes de comunidades, movimientos y grupos. Todas las formas darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida, la Palabra de Dios sea faro de su camino y estén incorporados a la pastoral diocesana (179-180).